1 de febrero de 2013

Proceso de formación de convicciones


Convicciones y confrontaciones en Argentina

El proceso de formación de convicciones personales no es un proceso lógico y lineal, es bastante tortuoso y tiene muchas certezas pero más de solo pautas, de probabilidades e intenciones e intereses personales. No es el proceso que sigue un científico, por ejemplo. Tampoco el de un adivino o de alguien que cree en el horóscopo. Trataré de aclarar estos conceptos.

Cada uno de nosotros somos seres sociales, necesitamos serlo para poder vivir (o sobrevivir). Para poder hacerlo, seleccionamos formas de convivencia de menúes históricos o modernos que se nos presenta y adaptamos a nuestro gusto. Pero vivimos en una parte de la sociedad y en un sistema económico basado en la ganancia y la competencia, que influencia en gran parte nuestras actividades.

En el transcurso de nuestra vida, hacemos una elección personal sobre lo que consideramos nuestro yo o mejor dicho nuestra esfera de interés principal: puede ser nuestra familia, nuestro grupo escolar, nuestro grupo social, nuestra ciudad, nuestra provincia, nuestro país o toda la humanidad. De acuerdo a esto variarán nuestros intereses personales. Somos una parte interesada, lo que nos quitará “objetividad” al momento de hacer un análisis, cualquiera sea. O sea que el interés personal influirá en nuestros análisis, según el yo que hayamos adoptado.

Cuando digo el yo, me refiero a lo que considero propio o cercano, de mi mayor interés. No es lo mismo definirlo en un entorno próximo (mi familia, por ejemplo) o en el otro extremo a toda la humanidad.

Un ejemplo fácil de ver de la influencia de nuestros intereses en nuestras creencias lo tenemos en las convicciones religiosas, creemos lo que queremos creer, lo que necesitamos creer, lo que nos hace bien, no nos atenemos al veredicto de la experiencia, no hacemos experimentos ni jugamos nuestras creencias a ninguna comprobación. Se trata de creencias no falsables, es decir no comprobables por la experiencia.

Porqué dije que una convicción no se origina en un proceso (objetivo) similar al del científico? Pues porque el científico observa hechos empíricos, le parece encontrar una conexión entre algunos de esos hechos, enuncia una hipótesis, hace hablar a esa hipótesis aplicando la lógica, o sea saca conclusiones de esas hipótesis, elabora una forma de comprobar esas conclusiones en la práctica, realiza la experiencia y finalmente deja hablar a la realidad: la hipótesis es falsa o verdadera. En otras palabras, aplica el método llamado hipotético-deductivo, que ha sido el responsable del avance de la ciencia. Los elementos básicos con los que trabaja el científico son hechos de la realidad. Y a la realidad vuelve cuando quiere comprobar una teoría (modelo). Lo que manda es la realidad. Es con este método que la humanidad ha realizado los grandes avances tecnológicos hasta el momento.

Pero cuando formamos convicciones sobre ética o política, la cosa es diferente. Los hechos son valorados por nuestros intereses, empatías, pautas, etc, porque no tenemos todos los datos como para tomar una decisión totalmente racional. Aplicamos por ejemplo “lógicas” como “dime con quién andas y te diré quién eres”; tengamos en cuenta también que un político es un actor porque quiere aparentar lo que le conviene en cierto momento; es un buen jugador de truco y en el truco se miente…, todo justificado por los intereses de los ciudadanos. En definitiva, se toman decisiones empujados por lo que queremos creer, porque no tenemos certeza de la realidad. Y entran factores que están en el subconsciente (o no), que son los intereses de mi clase social, de mi trabajo, etc, o sea intereses particulares, personales. Por ejemplo, a mi viejo le cobran retenciones agropecuarias; no puedo ahorrar en dólares; este político está a favor de dar planes sociales, etc.

O sea que para formar nuestras convicciones, nos basamos en presunciones, pálpitos, probabilidades, simpatías, apariencias; y encima influyen nuestros intereses personales, nuestros deseos. Por esto nuestra convicción dista de ser objetiva por lo general. Pero la vida nos urge a tomar determinaciones, a elegir entre varias opciones, y por lo general lo hacemos.

Justificación de las convicciones

Una vez que hemos adoptado posiciones respecto de los múltiples aspectos de nuestra vida en sociedad, surge la necesidad de divulgarlas, de tratar de que otros adopten las mismas decisiones, de hacer lobby. Qué gano con ello? Que habrá más gente que piense como yo. En mayor o menor medida, nos hacemos “militantes” de nuestras convicciones.
Pero la vida sigue transcurriendo, aportando datos, nuevos datos que antes no fueron considerados. Llegados aquí, caben dos actitudes posibles:

1.    Ignorar todos los nuevos datos que atenten contra las convicciones que ya adopté antes y resaltar solo los datos que hacen bien a esas convicciones (e intereses, por supuesto). O sea, ya no buscamos la verdad sino la conveniencia para que se confirmen mis convicciones.
2.    Tener en cuenta los nuevos datos y hacer una consideración lo más objetiva posible de ellos, evaluando las fuentes; sacar de nuevo conclusiones, que pueden ser las mismas ú otras. Se trata de la crítica y el replanteo permanente. En este caso se suele privilegiar el interés general de la sociedad por sobre los intereses personales.

Entre esas dos actitudes hay muchas posibles, pero nos interesa analizar estos dos casos extremos.

1)    Desgraciadamente, la actitud más común en Argentina es la 1) (y tal vez en todas partes sea igual). Ya se adoptó una posición y debo ignorar, combatir y desacreditar todo dato que la contradiga. El fin justifica los medios. Lástima que el fin sea solo tratar de justificar una posición personal tomada y no defender la realidad  objetiva.
Surgen acá “los relatos”. Un relato es describir ciertos hechos destacando los que fortalecen mis creencias y omitiendo o desacreditando los que las contradicen. Un relato incluye una descripción filtrada y “conveniente” de la realidad. En la práctica, acá en Argentina, los dueños de los relatos están en las dos veredas, pero principalmente en los medios de comunicación masiva. Si todos dicen lo mismo tiempo, debe ser la verdad.
Pero el relato no es la única forma de deformar la realidad: también está el recurso tan usado de armar ficciones que serán lanzadas por muchos medios “independientes” al mismo tiempo. Se trata de ficciones para imponer sospechas, miedos, desconfianza. Eso lo hacen los grandes medios principalmente. 
Otro de los métodos para deformar la realidad es la demonización de alguna persona, ya sea político o personaje de la farándula. Una vez embarrado y etiquetado, ya será muy difícil sacarse la sospecha de encima.
En definitiva, son todos métodos para tratar de reforzar la posición que uno tenga, favorable a ciertos intereses como dijimos. Es una actitud netamente política, que busca ciertos resultados y no la verdad. Es la política del todo vale, sea cierto o no, eso es lo de menos.

2)    Es la actitud más racional y sincera. Es también la actitud más escasa. Se trata del crítico permanente, es la del que suele decir cosas inconvenientes y la del que podrá ser tratado oportunamente de traidor, es el que puede ser víctima del maniqueísmo imperante. Pero es también la del que puede hacer en ciertas circunstancias retornar a las discusiones a la cordura porque tiene una visión más amplia y no se queda en los detalles. Por este motivo es que son tan importantes los foros de debate permanente como Carta Abierta y también de Plataforma 2012, quiero creer.
No obstante, aun siendo críticos, es difícil que sean públicamente totalmente sinceros, para no dar armas a la oposición. Serán sinceros para dentro de su grupo de pensamiento, pero no públicamente. En caso de adoptar un cambio de posición, será a todo o nada, sin posiciones intermedias.

Confrontación o consenso.

Al empezar a escribir este artículo, mi intención fue solo hablar sobre el proceso de formación de las convicciones personales, motivado porque en Argentina en este momento se están dando muchos debates y esos debates se reflejan en todos los ámbitos, incluso el familiar. La cuestión era porqué esas posiciones tan diferentes, partiendo de los mismos datos? Pero no quería hablar de la realidad argentina en especial sino desde un punto de vista más general. Pero no puedo con mi genio, así que permítanme referirme ahora a lo que pasa actualmente en Argentina.

Se acusa al gobierno de los Kirchner de ser netamente confrontativo, que no privilegia el diálogo y el consenso. Para mí se trata de una lucha entre un poder político y los intereses de los grandes sectores del poder económico. El poder político actual pretende un país que se haga cada vez más inclusivo, atendiendo a los sectores más desprotegidos de la sociedad. Pretende una nación que mire principalmente a Latino América como sus socios y que disminuya su dependencia de los grandes poderes económicos mundiales. Privilegia la producción nacional y el consumo nacional como forma de reactivar la economía generando empleo. Para esto es necesario confrontar con los poderes establecidos, que tienen una gran parte del poder total.

Así es que el reclamo de consensuar es mal intencionado porque los poderosos saben que llevaría a no cambiar nada en definitiva.

Y ni siquiera se pudo aplicar en Argentina la Ley de Medios Audiovisuales, ante la avalancha de cautelares que inició la oposición al gobierno. Ya van más de tres años de demora en la aplicación plena de esa ley.

En estas circunstancias, consensuar es no cambiar nada. Nadie va a consensuar contra sus propios intereses económicos.

Y así vamos, con cifras contradictorias, con 1600 de prima de riesgo país, con índices promedio de aumento de PBI del 6 % y en el peor caso de 2 % en 2012; con el augurio de un 5 % para el 2013; con un 7% de desempleo; pero seguimos progresando, valiéndonos en gran medida de nuestros propios recursos y sin tanta auditoría del FMI porque estamos pagando la deuda. Todo se hace dentro de los parámetros constitucionales, porque lo que este gobierno encara no es una revolución sino una forma de gobernar no (tan) comprometida con el poder económico y sí con los sectores populares, la cultura y la educación.

En definitiva, entre los sectores que no tienen grandes diferencias, lo más conveniente es el consenso; cuando se tienen que afectar intereses particulares, no queda más remedio que la confrontación, en su justa y necesaria medida, sin exagerar. Esto vale para una democracia como la argentina, que pretende ser nacional y popular.

Carlos A. Navarro (Tuco)
01-02-2013

Algunas referencias:


5 comentarios:

  1. Pego a continuación un comentario realizado por Facebook:

    Me gusto tu blog., me pareció bastante humilde, pero eso, mi estimado señor, no me hará retroceder a la hora de sacar la espada: ¡en guardia! - Jeje, : ) -

    • Sobre el cuerpo «Convicciones y confrontaciones en Argentina»: cuando sostienes que: Animaríame a sugerir la siguiente corrección: distinguir entre «político» y «politiquero». En el estracto, te referís léxicamente al primero cuando semánticamente te estás refiriendo al segundo. Paso a justificarme: el político por etimología es quien efectivamente es un 'agente de la ciudad' -no de las corporaciones o intereses egóicamente individualistas-, un 'de los ciudadanos', 'del Estado', entendiendo a éste como al todo en tanto población, en contraste de las instituciones fácticas del poder formal: el Gobierno. Un ejemplo: Salvador Allende, evidenciado por sus propios actos; Chávez, lo mismo, e incluso transparentado por sus propias palabras: «yo ya no me pertenezco», pues era [es] el Pueblo. Ahora bien, ¿y el politiquero?, es, justamente, aquel a quién vos hacés referencia: un actor meramente teatral, quien no es libre: pues está condicionado por sus propias conveniencias que Empresas y Bancos Privados le limitan en su función social a un simple títere más de las Corporaciones más poderosas, subordinado a los medios monopólicos y por tanto totalmente desinteresado de las masas populares. A veces es un buen jugador de truco, repugnante (a lo Berlusconi), lo que es: machista y conservador; un facineroso de las cúpulas institucionales (a lo Bush), despreciable y ordinario y sólo a veces un buen jugador de truco (a lo Menem), en función, claramente, de sus propios intereses liberales; pero, en otros casos, no tan bueno como aquel dentro del neoliberalismo (a lo De La Rúa). Politiquero es, según un glosario de jergas y modimos de Argentina: charlatán, embaucador, mentiroso. De ahí que menudas veces, alineado a la derecha más vulgar, mienta mediante discursos retóricamente falaces apelando a la ciudadanía, a "los trabajadores" (muy en boga por agrupaciones sectarias), justificándose, como dices, en fin, a éstos mismos, incluso apelando a las clásicas cartas del establishment: Dios, la Patria (burguesa), y la Familia. La santísima trinidad. A este punto, finalizo el apartado con unas sabias palabras de John William Cooke: «La unidad es indispensable y será un paso previo al triunfo popular. Lo principal es para qué hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos (como por ejemplo las elecciones) y cuáles los grandes objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el régimen llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción: dentro del régimen nos esperan sólo frustraciones y derrotas, y pequeños triunfos que serán desastres».

    David van der Clausen

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  2. • Sobre el cuerpo citado: «Justificación de las convicciones»: no creo que de las posiciones (provisorias) adoptadas en sociedad, surja la «necesidad» de divulgarlas con el sólo hecho de que otros adopten las mismas decisiones, porque, primero, no necesariamente una divulgación es una justificación fundamentada, ni siempre significa que sea ella razonable. En otras palabras, la «necesidad» de la divulgación no es necesaria, pero importante: ¿por qué?, porque en sociedad se concatena con el sujeto social: y el sujeto social contemporáneo nace en una cultura, y en ella, readopta su ser racional y político, del cual, por consiguiente, adopta la contingencia de la "divulgación", según sus fines/principios/intereses. Partiendo de este punto que en un principio denominas «subjetividad», podemos deducir que, por tanto, no siempre el objetivo es como aquello que afirmas: el alcance de un pensamiento único y por lo tanto absoluto. Extento de esto, no puedo más que coincidir con esta máxima del punto 2 en detrimento del 1: 'Se trata de la crítica y el replanteo permanente.'
    Finalmente, realizás, a mi juicio, un gran análisis del punto 1 y 2. Aunque me veo «obligado» a insistir en el equívoco de los conceptos 'político' y 'politiquero', retomado al final del punto 1. Distinción, cabe destacar, rescatada por Rafaél Correa y Hugo Chávez. Y sólo con motivos de complementar con un ejemplo del punto 2: Víctor Hugo Morales, peculiarmente sobre el último párrafo de dicho punto.

    • Sobre el cuerpo «Confrontación o consenso»: desde el contexto en el que te posicionas para realizar dicho análisis, añado que, según observaciones propias del «homo sapiens argentum», éste ha sido contaminado política-culturalmente por décadas y décadas de infamia: expandiéndose en picos altísimos de temperatura idealísticamente «apolíticas» practicamente con el surgimiento del neoliberalismo, como hijo bastardo del liberalismo. Padre burgués patriota de lo que hoy podríamos en consecuencia tranquilamente llamar: «nihilismo político», que no es más que un virus de la politiquería oligárquica de nuestros absurdos y egóicos «representantes». Usualmente, tenemos una teoría, de la cual «partimos» de algún modo de sus premisas para llegar a su conclusión; pero aquí nos encontramos con un axioma, del cual partimos de una conclusión que luego intentamos justificar con "sus" premisas. Entre comillas porque ni siquiera pertenecen a la conclusión politiquera meramente retórica nacida del seno de la burguesía, sino en tanto invento seudo-teórico que sin cuestión adquiere un valor de verdad verdadero, para, por consiguiente, justificar la conclusión primigénea, devenida de un axioma infundamentado tan válido como afirmar que Dios existe. ¿Cuál este axioma?: podemos revestirlo de mil formas, pero sus consignas son no más sino que las mismas: corrupción y fraude. El clásico es: "todos son ladrones". Una proposición tácitamente divina, donde todo lo dicho y por decir intentará de modo aún inverosímil intentar sostener dicha afirmación. De ahí la descreencia política, y el alejamiento de la misma; incluso cuestionando la concepción de la representatividad política, cual si no fuese obvio que no somos psicobiológicamente representados más que políticamente representados en tanto ciudadanos en sociedad, bajo un determinado sistema gubernamental en el cual nuestros precedentes nos han enseñado a que nuestra participación se limitaba al voto: cuando el voto no es más que un arma, y el principio de toda participación, pero de ningún modo necesariamente el último. En definitiva, no más que añadir, de momento. Grandiosas observaciones por tu parte, en términos generales. Ojalá mucha gente se diera el hermoso privelegio del dulce y agrio acto del pensar.

    David van der Clausen

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  3. Hola David, recién puedo contestar a tus objeciones. Soy jubilado, pero estoy más ocupado que antes. Me gustó que respondieras, por lo que pegaré tu respuesta en mi blog.
    1) Mirá, no me convence tu distinción entre político y politiquero, creo que no hay casilleros delimitados.
    Sobre de lo de actor: yo fui docente (entre otras cosas) y te diré que en la práctica docente también se es actor. Si querés mantener la atención de los estudiantes, tenés que hacerlo, es fundamental motivarlos, es algo común, hasta la forma de hablar influye, así como también los silencios después de decir algo. Son los trucos que usa un cuenta cuentos, por ejemplo. Creo que Chávez fue un ejemplo en el uso de este tipo de recursos.
    En cuanto al truco, un político muy raramente va a declarar sus fallas, dice lo que está bien y lo que impacta más a favor, nunca lo que va en contra. También es sobradamente común. Puede ser realmente sincero en una conversación dentro del partido o movimiento, afuera no dice lo mismo, no es suicida. No se trata de ser político o politiquero, solo es una cuestión de graduaciones.
    Y por supuesto de intenciones, están los falsos como De la Sota y los sinceros como Sanz (sincericidio) o mejor dicho estúpidos por no seguir las reglas básicas del ser político. Pero no separemos en buenos y malos, eso no existe. Cada uno defiende lo que cree mejor, la cuestión es ver mejor para quién. También pueden defender su posición personal simplemente, la carrera del trepador. Sí es lícito en cambio hablar de buenos para… o de malos para… siempre hay que ubicarse desde dónde se juzga.
    Ahora, qué es lo que defienden? Lo mejor socialmente o lo mejor para un sector social no mayoritario o una corporación o para sus intereses individuales? Ésa es la cuestión. Es lo que a veces suele ser difícil de identificar. Y allí entra no solo el raciocinio sino también las pautas, las corazonadas, las simpatías. Es que a veces la intuición nos permite “sentir” los intereses de un político, aunque a veces logran engañarnos. Pero lo cierto es que a priori es difícil deducir las intenciones de un político. Solo analizando sus obras se puede tener una certeza.
    Cuando recién fue electo Néstor y dejó de lado la construcción transversal y volvió al partido justicialista como más promisorio para el juego político de entonces y levantar el 22 %, alguien decía: “este tipo sí sabe nadar en la mierda” y yo creo que esa apreciación fue acertada. La política es sucia y el político debe saber de su gramática. No hay políticos ideales sino hombres de carne y hueso.
    Y en cuanto a no ser sinceros, por ejemplo, qué K se anima a decir que el Indec no refleja la realidad? Que por qué no se lleva adelante la Ley de Aborto, la Reforma Impositiva y se dejó de lado la eliminación de los subsidios a las clases altas? Eso es la política, mala política en el caso del Indec, diría que estupidez; el aborto no conviene llevarlo adelante ahora que Bergoglio salió Papa, en este caso sería prudencia política; no sé por qué se dejó de lado lo de los subsidios. Y callar es casi una forma de mentir, reconozcámoslo, es así.

    Tuco (sigue)

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  4. 2) Sobre la necesidad de divulgar las convicciones propias,
    creo que surge del hecho que forman parte del o del individuo y hay un mecanismo de búsqueda de poder. Me explico. Parto de que la necesidad básica del ser humano es la de supervivencia. Nos asociamos con los congéneres para ser menos indefensos; esta asociación presupone limitar en alguna medida nuestras ansias de poder; para qué poder? Para sobrevivir mejor; está limitado, pero siempre está. Te cuento una anécdota: presenciando un curso elemental de filosofía, el profesor nos pregunta qué temas nos interesaría para el segundo semestre, “elegimos”, y alguien comenta que es muy interesante que el profesor nos dejara elegir libremente, a lo que el profe nos dice que eso es solo una ilusión que él nos dio porque en realidad el profesor tiene poder sobre los alumnos, como el padre sobre los hijos, que en realidad él nos indujo sin que lo notáramos que era importante que viéramos algo de filosofía griega antigua, que él se aprovechó de su posición dominante. Como ves, las cosas no son a veces como parecen ser.
    3) En este punto de tus comentarios creo que no sós muy claro, no encuentro una relación directa con lo que yo dije en mi escrito.
    Hablás de la gran influencia del neoliberalismo de Menem y agrego yo la prédica de los formadores de opinión como Grondona y Neustat, el ejemplo “chileno”, la prédica norteamericana, etc. Pero no basta para comprenderlo. Hay que tener en cuenta la gran masa de clase media que tiene la Argentina y que tienen sus propios intereses. Para ellos es fácil (quieren) “creer” en los principios del neoliberalismo como que cada país haga lo que mejor hace, donde es más eficiente. Así los productos van a ser más baratos y de mejor calidad. Para qué ponernos a fabricar lo que no sabemos hacer y si lo hacemos es más caro? A eso mejor comprarlo afuera. La conclusión: nos dediquemos solo a los comodities y a los alimentos elaborados básicos. Nunca desarrollemos una industria, porque vamos a perder.
    A gran parte de la clase media no le interesa más que su posición personal y no lo que pasa con el resto de la sociedad; se trata de un egoísmo de clase o miopera del que está mejor. Esta gente es gran parte de la del 46 % que no votó al actual gobierno (aunque no es un grupo solo sino un rejuntado sin una cabeza aglutinadora que asegure una mínima coherencia). Es un gran porcentaje y a mí me preocupa, más en esta oportunidad pre eleccionaria, teniendo en cuenta la ofensiva lanzada actualmente tanto desde Clarín como de la oposición tratando de desprestigiar al gobierno, que a su vez considero que tiene una pésima política comunicacional. Solo pienso en las horas que dedicaba Fidel para esclarecer informando a su pueblo, lo mismo que hacía Chávez a su manera. Comparando, los que apoyamos al gobierno argentino debemos dedicar horas en buscar informaciones y razones de los actos de gobierno. Y no siempre se encuentran, como en el caso del Indec. Por qué tener un flanco de ataque tan débil? La explicación de Cristina en Harvard, haciendo alusión a que otros países tienen estadísticas mentirosas no puede ser una razón válida. Pero claro, de estos temas se puede (conviene) hablar adentro, como en Carta Abierta, en realidad tendrían que haber cientos de Cartas Abiertas.

    Tuco
    PD.: gracias por responder

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  5. El hablar de prejuicios nos lleva a una obra ya clásica, publicada en 1938, cuyo título es La forma del espíritu científico y que lleva la firma de Gastón Bachelard, un francés que tuvo, entre sus muchos intereses, el de indagar en el campo de lo que se conoce como Filosofía de la Ciencia. Bachelard acuñó el célebre concepto de “obstáculo epistemológico” para dar cuenta de las dificultades psicológicas que se les plantea a los científicos al momento de enfrentarse a una experiencia o realidad novedosa. Si bien los obstáculos que plantea el autor se encuentran más vinculados al quehacer del científico y no del hombre común, no es del todo impropio extrapolar esta enseñanza para poder comprender el modo en que los prejuicios de los “ciudadanos de a pie” operan como una “teoría previa” desde la cual se interpretan los hechos. Tales prejuicios provienen de la cultura, la educación, la lengua, la ideología, etc. y, en tanto tales, permanecen en el terreno de lo inconsciente, de aquí que sea tan difícil adoptar un perfil autocrítico frente a ellos. Porque, de hecho, tales prejuicios no son meros accesorios que se circunscriben a terrenos marginales de nuestras vidas sino que son constitutivos de la realidad misma, del modo en que nos relacionamos con el mundo. Porque no somos una tabula rasa, una hoja en blanco en la que los hechos escriben su realidad. Somos una infinita paleta de colores en la que los hechos siempre resultan salpicados y en el que lo nuevo, o el hecho que contradice nuestro sistema de creencias, debe enfrentarse a una estructura que si bien nunca está completamente cerrada no deja demasiado lugar a aquello que pudiera desestabilizarla. Porque un mundo ordenado, regular, en el que alguien nos dice que aquellos que suponemos corruptos lo son, es el mejor de los mundos posibles; un mundo en el que enfrentarse a los hechos es casi un simple ejercicio administrativo de confirmación inmediata de ideas previas que no reconocemos como tales y que son parte de una disputa feroz en el terreno simbólico y cultural que se juega en cada interacción humana pero que, desde el siglo XX hasta su caracterización actual, se ve atravesado enormemente por la lógica mediática. Porque es desde los medios de comunicación, estas usinas de sentido, que se busca instalar una serie de prejuicios presentados como verdades autoevidentes que una vez internalizados se reproducen geométricamente en una retroalimentación constante. Así, alcanza con haber instalado el prejuicio para que, luego, aun la investigación más disparatada y débil, sea interpretada desde esa matriz.
    http://elinfiernodedanteblog.blogspot.com.ar/2013/04/el-obstaculo-publicado-el-25413-en.html
    Extracto de

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