29 de octubre de 2010

Néstor Kirchner


NÉSTOR KIRCHNER

por Mempo Giardinelli
Escribo esto en caliente, en la misma mañana de la muerte anunciada de Néstor Kirchner, y ojalá me equivoque. Pero siento dolor y miedo, y necesito expresarlo.  
Pienso que estos días van a ser feísimos, con un carnaval de hipocresía en el Congreso, ya van a ver. Los muertos políticos van a estar ahí con sus jetas impertérritas. Los resucitados de gobiernos anteriores. Los lameculos profesionales que ahora se dicen "disidentes". Los frívolos y los garcas que a diario dibujan Rudi y Dany. Todos ellos y ellas. Caras de plástico, de hierro fundido, de caca endurecida. Aplaudidos secretamente por los que ya están emitiendo mailes de alegría feroz.

 Los veremos en la tele, los veo ya en este mediodía soleado que aquí en el Chaco, al menos, resplandece como para una mejor causa. 

Siempre dije y escribí que no me gustaba su estilo medio cachafaz, esa informalidad provocadora que lo caracterizaba. Su manera tan peronista de hacer política juntando agua clara y aceite usado y viscoso. 

 Pero lo fui respetando a medida que, con un poder que no tenía, tomaba velozmente medidas que la Argentina necesitaba y casi todos veníamos pidiendo a gritos. Y que enumero ahora, porque en el futuro inmediato me parece que tendremos que subrayar estos recuentos para marcar diferencias. 

 Fue él, o su gobierno, y ahora el de Cristina:

 —El que cambió la política pública de Derechos Humanos en la Argentina. Nada menos. Ahora algunos dicen que estar "hartos" del asunto, como otros criticaron siempre que era una política más declarativa que otra cosa. Pero Néstor lo hizo: lo empezó y fue consecuente. Y así se ganó el respeto de millones.
  —El que cambió la Corte Suprema de Justicia, y no importa si después la Corte no ha sabido cambiar a la justicia argentina.           
 —El que abrió los archivos de los servicios secretos y con ello reorientó el juicio por los atentados sufridos por la comunidad judía en los '90. 
 —El que recuperó el control público del Correo, de Aguas, de Aerolíneas.           
 —El que impulsó y logró la nulidad de las leyes que impedían conocer la verdad y castigar a los culpables del genocidio. 
 —El que cambió nuestra política exterior terminando con las claudicantes relaciones carnales y otras payasadas. 
 —El que dispuso una consecuente y progresista política educativa como no tuvimos por décadas, y el que cambió la infame Ley Federal de Educación menemista por la actual, que es democrática e inclusiva. 
 —El que empezó a cambiar la política hacia los maestros y los jubilados, que por muchos años fueron los dos sectores salarialmente más atrasados del país. 
 —El que cambió radicalmente la política de Defensa, de manera que ahora este país empieza a tener unas Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y sometidas al poder político por primera vez en su historia. 
 —El que inició una gestión plural en la Cultura, que ahora abarca todo el país y no sólo la Ciudad de Buenos Aires.           
 —El que comenzó la primera reforma fiscal en décadas, a la que todavía le falta mucho pero hoy permite recaudaciones récord. 
 —El que renegoció la deuda externa y terminó con la estúpida dictadura del FMI. Y por primera vez maneja el Banco Central con una política nacional y con record de divisas.           
 —El que liquidó el infame negocio de las AFJP y recuperó para el Estado la previsión social.           
 —El que con la nueva Ley de Medios empezó a limitar el poder absoluto de la dictadura periodística privada que todavía distorsiona la cabeza de millones de compatriotas.  
—El que impulsó la Ley de matrimonio igualitario y mantiene una política antidiscriminatoria como jamás tuvimos. 
 —El que viene gestionando un crecimiento económico de los más altos del mundo, con recuperación industrial evidente, estabilidad de casi una década y disminución del desempleo. Y va por más, porque se acerca la nueva legislación de entidades bancarias, que terminará un día de estos con las herencias de Martínez de Hoz y de Cavallo. 

 Néstor lo hizo. Junto a Cristina, que lo sigue haciendo. Con innumerables errores, desde ya. Con metidas de pata, corruptelas y turbiedades varias y algunas muy irritantes, funcionarios impresentables, cierta belicosidad inútil y lo que se quiera reprocharles, todo eso que a muchos como yo nos dificulta declararnos kirchneristas, o nos lo impide. 

 Pero sólo los miserables olvidan que la corrupción en la Argentina es connatural desde que la reinventaron los mil veces malditos dictadores y el riojano ídem. 

 De manera que sin justificarle ni un centavo mal habido a nadie, en esta hora hay que recordarle a la nación toda que nadie, pero nadie, y ningún presidente desde por lo menos Juan Perón entre el 46 y el 55, produjo tantos y tan profundos cambios positivos en y para la vida nacional. 

 A ver si alguien puede decir lo contrario. 

 De manera que menudos méritos los de este flaco bizco, desfachatado, contradictorio y de caminar ladeado, como el de los pingüinos.
           
 Sí, escribo esto adolorido y con miedo, en esta jodida mañana de sol, y desolado también, como millones de argentinos, un poco por este hombre que Estela de Carlotto acaba de definir como "indispensable" y otro poco por nosotros, por nuestro amado y pobrecito país. 
          
 Y redoblo mi ruego de que Cristina se cuide, y la cuidemos. Se nos viene encima un año tremendo, con las jaurías sedientas y capaces de cualquier cosa por recuperar el miserable poder que tuvieron y perdieron gracias a quienes ellos llamaron despreciativamente "Los K" y nosotros, los argentinos de a pie, los ciudadanos y ciudadanas que no comemos masitas envenenadas por la prensa y la tele del sistema mediático privado, probablemente y en adelante los recordaremos como "Néstor y Cristina, los que cambiaron la Argentina". 

 Descanse en paz, Néstor Kirchner, con todos sus errores, defectos y miserias si las tuvo, pero sobre todo con sus enormes aciertos. Y aguante Cristina. Que no está sola. 
          
 Y los demás, nosotros, a apechugar. ¿O acaso hemos hecho otra cosa en nuestras vidas y en este país? •

Por Mempo Giardinelli

18 de octubre de 2010

Manipulación mediática


La manipulación

Veamos el significado de manipulación según la RAE:
manipular.
(Del lat. manipŭlus, manojo, unidad militar, y en b. lat. el ornamento sagrado).
1. tr. Operar con las manos o con cualquier instrumento.
2. tr. Trabajar demasiado algo, sobarlo, manosearlo.
3. tr. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares.
4. tr. coloq. Manejar alguien los negocios a su modo, o mezclarse en los ajenos.
Y ahora veamos quiénes manipulan la información. Podría pensarse que es una actividad reservada a los grandes poderes mediáticos, pero no lo es, por lo menos los argentinos realizamos manipulación de la información en todo momento, en casi todas las actividades. No se si será posible evitarlo, si alguna sociedad puede estar libre de esta actitud.  Veamos algunos ejemplos, de miles que se pueden dar.

El maestro o el profesor, dan la información pertinente a sus alumnos en un cierto orden, para lograr el efecto (un proceso) deseado y asegurar una mejor comprensión; a mi amigo del primario no le digo que Carla me invitó a su fiesta, porque no se si a él lo invitó y no quiero que se disguste; a mi mamá no le informo de mi nueva novia, porque no quiero que se meta en nuestra relación; a mis compañeros de negocio no les informo de la feria que se hará en Pilar para que no tengan tiempo de ir y competir conmigo; a mi señora no le digo que tendré que trabajar el sábado, para que no se disguste, se lo diré el viernes a la noche; etc; etc; nos la pasamos callando información, o no destacando concientemente su importancia real; o mezclándola con otra para desviar la atención. En todos los casos, simulamos no hacerlo, simulamos ser transparentes e imparciales.

En todos esos casos estamos manipulando información con un objetivo personal, interesado, pero simulando no hacerlo.

Veamos algunas de las formas más comunes de manipulación de la información:

  • Callar una información o postergar el momento de dar a conocerla.
  • Jugar con los titulares, dando en pocas palabras una interpretación posible e interesada (la primera impresión es la que más impacta).
  • Plantear un tema de discusión y estudiar detenidamente los participantes a invitar, de forma que dando una impresión de imparcialidad y apertura, gane o convenza más la postura que convenga al medio.
  • Sugerir, al hacer preguntas, la respuesta; al interpelado se lo toma por sorpresa y antes de que piense, ya tiene la respuesta.
  •  Dar gran tamaño e importancia a la información que conviene a los intereses del medio; a la que nó, no dejar de ponerla, pero con menos relevancia.
  • Jugar con la ironía en los titulares, que es una forma muy corrosiva de desmerecer un hecho, que da salida a la indignación o a la hilaridad.
  • Dar información superficial o confusa, eso si con profusión de gráficos para aparentar seriedad y profundidad.
  • Utilizar el aspecto emocional del espectador mucho más que el racional.
  • No interesa difundir tanto la verdad, que a veces es complicada, sino lo que aparente ser la verdad y provoque en el espectador un sentimiento de adhesión y seguridad. Es decir, mostrar lo que en realidad quiere ver el espectador.
  • Ocultar estas reglas no escritas.
  • Y así podríamos seguir con esta lista con todas las formas imaginables de manipulación mediática.

La ética de la manipulación

Como vimos, la manipulación es demasiado frecuente en nuestra sociedad, es imposible evitarla. Pero hay grados; al profesor se lo entiende porque su fin es noble. Si no queremos amargar innecesariamente la jornada a una persona, podemos postergar una novedad desagradable; un hincha de fútbol callará los defectos de su equipo ante los hinchas de otro equipo; se entiende y no tiene importancia.

Pero en los políticos o en los medios de comunicación masiva la manipulación de la información toma otro cariz.

Cuando habla un político sabemos que está defendiendo a su partido, así que no podemos esperar mucho en cuanto a que sea fiel a la verdad. Defenderá sus intereses, en general.

Si un medio de información masiva expresa claramente cuáles son sus intereses, qué es lo que defiende, sabremos qué esperar de su información. Valoraremos cuando diga una verdad que no le convenga, etc.

Pero lo más nefasto es un medio que se diga “imparcial”, porque la imparcialidad no existe. Quiere decir que está ocultando sus intereses, aparentando “objetividad” mientras manipula la información. Es preferible un medio que diga francamente qué defiende a un medio que haga gala de “múltiple” pero que aplique las reglas de la manipulación, negándolo.

Es lo que ocurre con el multimedio Clarín en Argentina. Más información sobre el multimedio: http://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_Clar%C3%ADn .

Y aparentemente es lo que sucede, en otro campo, con el INDEC, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina, que debería ser un organismo estrictamente técnico. Pero desde la intervención del organismo se vino abajo su credibilidad, lo que fue a su vez muy bien aprovechado por la oposición, que no duerme y saca gran partido de ello.

Democracia e información

La democracia necesita de una buena información. No podemos sacar buenas conclusiones con información manipulada.

Por otro lado, la manipulación en la información y en los partidos políticos lleva a una disminución de la confianza y el optimismo social (“sociedad de cuarta…”, “que se vayan todos…”, etc.) y en definitiva disminuye el Capital Social tan importante para el desarrollo de un país.

Aparentemente la mejor forma de democratizar las comunicaciones es distribuyendo las vías de comunicación pública en distintos tipos de actores sociales. Que no tengan demasiada preponderancia o casi exclusividad los medios que dispongan de capital monetario sino que se tengan en cuenta también la diversidad de intereses y ópticas culturales o ideológicas.

Los sectores que se han opuesto a la Ley de Medios de Argentina no lo han hecho tratando de mejorarla sino de detenerla para que no se rompa el status quo actual de monopolios de medios.

Carlos A. Navarro
2010