27 de agosto de 2007

La democracia, esa utopía necesaria


Poder, manipulación, “democracia”, perspectivas
Carlos A. Navarro
La democracia griega

Nuestro sistema político se basa en la democracia griega antigua, la que se daba en el ágora y en el sistema republicano de gobierno, con el equilibrio de tres poderes independientes.
La democracia griega partía del supuesto de que todos somos iguales, que las decisiones se tomarían en una asamblea de ciudadanos, siendo esto l

os hombres libres (ni esclavos ni niños ni mujeres). Los ciudadanos eran no más de diez mil y eran sólo habitantes de Atenas y algunos pueblos circundantes. Se dio en un momento en que se debía sortear la emergencia de no tener gobierno y ante el peligro de las invasiones persas, de defender la ciudad ante el inminente peligro y así salvar sus familias.

Si eran iguales, si se consideraban así, la cuota de poder también debía serlo.

Nuestra “democracia”

En la democracia actual se sigue suponiendo el principio igualitario, confirmado en la Revolución Francesa, aunque las condiciones actuales distan mucho de lo que se daban en la polis griega. La realidad en nuestra sociedad nos muestra una gran diferencia. En educación, las diferencias entre los individuos son notables. Lo mismo en poder económico y social. La experiencia personal marca otra diferencia. Somos diferentes y a veces muy diferentes. Las diferencias implican diferencias de poder también. No tiene el mismo poder un profesor que sus alumnos, un estanciero que sus peones, una madre o padre que sus hijos.

Surge entonces la manipulación. Manipulación: buscar ciertos objetivos haciendo creer que lo que se pretende es otra cosa. En realidad, es una mentira o por lo menos un engaño. Para otros, a veces se trata de un engaño consentido, por ejemplo cuando se es conciente de las propias limitaciones.

El voto vale igual seamos quienes seamos, a pesar de las diferencias, porque las virtudes de cada uno necesitarían poder ser medidas para establecer un voto calificado, por ejemplo un voto que vale por dos o tres de los votos comunes. Esto implicaría que haya un juez, un árbitro, al que deberíamos darle un poder impensable, por lo que abandonamos todo intento en este sentido.

Entonces los más calificados, que son generalmente los que tienen más poder, engañan a los no calificados para poder lograr sus objetivos. Engañan con mentiras, diciendo que voten así para lograr algo, cuando lo que quieren es lograr otra co
sa que no se confiesa. Es la política, el arte de lograr los objetivos, empleando si fuera necesario triquiñuelas y mentiras. Ya Platón había establecido en su República que la mentira estaría legitimada para los funcionarios del gobierno pero no para la plebe.

Otro factor nuevo en nuestras sociedades es la población tan numerosa (los griegos de la Atenas antigua no pasaban de 10.000 ciudadanos). En la Grecia antigua, todos eran socios de una misma empresa. Se sentían hermanados por los mismos objetivos (la defensa y el desarrollo de la ciudad). Empleando términos de hoy, diríamos que había un elevado capital social.

Pero no pueden funcionar como socios en nuestra compleja sociedad un profesor y un analfabeto, un empresario y un linyera. Formalmente solamente simularán ser socios, en los hechos no.

Lo mismo pasa entre naciones ricas y poderosas y las que no lo son. No puede tener el mismo voto en la ONU USA que Ruanda. Entonces lo que se está haciendo es simular equiparación en la Asamblea de la ONU e inventan el Consejo de Seguridad para desvirtuar el principio igualitario.

Como dije, una cosa era la democracia griega antigua con diez mil ciudadanos y la sociedad actual, con muchos millones. Antes la democracia era casi directa, ahora es imposible tener millones en un ágora discutiendo, nos vemos obligados a elegir “representantes”. El único contacto entre representantes y representados es el voto y cada varios años. Totalmente diferente a lo que ocurría en la Grecia, si se puede comparar. Sólo se parece en el nombre.

¿Y cómo se elige a los representantes? ¿Cómo saber quién miente y quién no si los datos que se deben manejar son tantos y tan complicados? El ciudadano se ve obligado la mayor parte de las veces a elegir representante sólo con “el corazón”, por un simple acto de fe porque le parece que su candidato miente menos, porque “me cae bien”, tiene un no se qué que me da confianza, porque su origen es parecido al mío, habla mejor, etc. Porque si nos basamos en las promesas electorales solamente, ganaría siempre el más falso, intrépido e irresponsable.

Por lo general, sabemos que el representante “nos mete el perro”, pero no tenemos más remedio que consentirlo. Somos en realidad engañados con nuestro propio consentimiento, no tenemos más remedio, eligiendo el mal menor. ¿Qué otra posibilidad nos queda?

Encima tenemos el sistema de partidos políticos que pregona la democracia pero no la cumplen de puertas para adentro, dando el ejemplo. Pero ya el sistema de “pertenecer a un grupo” es en realidad firmar un cheque en blanco al partido, tener que defender lo indefendible, dejar de lado la honestidad de opiniones para no mostrar los defectos o errores cometidos. El partido al que pertenecemos no tiene ningún defecto, los defectos son de los otros. Ponernos una camiseta tiene sus costos, la falta de independencia y el alejamiento de la verdad.

Buscando mejoras

Pero veamos, ¿cómo debería o podría ser mejor nuestra democracia? ¿Qué paliativos podemos encontrar?

a) Control de gestión. Sabemos que un sistema, para funcionar mejor, debería tener correctivos. El esquema básico, copiado de la biología es:

Ya un problema lo tenemos cuando el propósito confesado por el representante no es el real. Pero olvidémonos por un momento de ello. La corrección podría basarse en un control de gestión periódico del representante, rindiendo éste cuentas a los representados de lo hecho, de los nuevos datos de la realidad, de proyectos posibles para el futuro, etc. La corrección sería lo que resuelva por mayoría.

Pero si el representante es de digamos 200.000 representados, un legislador por ejemplo, ¿cómo hacer viable prácticamente esta rendición de cuentas? ¿Cómo encauzar ordenadamente un diálogo? ¿Qué sistema se podría usar para la toma de decisiones? Y en cuanto a los representados, ¿cuántos estarían disponibles en este mundo tan acelerado para participar activamente, si piensan que la mayor parte de las veces sería solo una pérdida de tiempo?

b) Otra medida posible sería cambiar el sistema político y dentro de él el sistema electoral, la ley de partidos políticos, etc. Se podría revisar el sistema político de forma de que sea real la separación de poderes que se pregona en el sistema republicano. Sistema que actualmente no funciona porque el poder ejecutivo en los hechos invade a los poderes legislativo (“manos de yeso”) y judicial (“mayoría automática”), haciendo que el resultado esté lejos de ser el del sistema republicano. No es difícil concebir sistemas mejores, racionalmente y técnicamente hablando, digo. Lo que es difícil es hacerlos aprobar porque los que tienen por función aprobarlos son casualmente los que serían los principales perjudicados. Surgen ganas de salir a la calle y gritar ¡Que se vayan todos! Pero sólo sirve como reflejo de la bronca que produce este embrollo, tampoco es racional. No es racional porque si los que vienen entran en el sistema vigente, no tardarán en ser más de lo mismo que criticamos. El poder excesivo corrompe.
1. Así, se podría cambiar el sistema electoral, eliminando las listas sábanas y que cada uno vote a los que considere mejores, sin importar si pertenecen o no al mismo partido, por ejemplo. Imponer el voto electrónico que evitaría estar cortando boletas ayudaría también.
2. Establecer una nueva ley de los partidos políticos y hacerla cumplir para que cada uno sea un ejemplo de democracia.
c) Otra medida sería mejorar, fortalecer las instituciones de la república. Una institución funciona cuando se la jerarquiza como tal, independientemente de quién lleva a cabo una gestión, que es transitoria. Cuando una de las obligaciones es llevar a cabo un plan de mediano y largo plazo, consensuado con universidades, centros vecinales, etc.
Una institución está bien asentada, jerarquizada, cuando su funcionamiento no depende de personas providenciales, cuando todos y cada uno sabe cuál es su responsabilidad, cuando se pueda decir que “casi funciona sola” y bien.
Esto implica un planeamiento consensuado porque ese planeamiento ya no es sólo del interés de un partido político o de una gestión, va más allá, es del interés de la comunidad.
Lo que tenemos en cambio en la actualidad son acciones que sólo apuntan a unos cuatro años de gestión, endeudamientos que tendrán que pagar los que vengan, logos (Juez, de la Sota) resaltando la gestión de fulano de tal y empañando a la institución, no se mira más allá de los cuatro años. Resultado, crisis energética porque en ese campo lo que empiece uno deberá inaugurarlo otro (y no conviene), imprevisiones de todo tipo por que son de largo plazo y no interesan. Encima si uno es reelecto empieza a gustarle el poder, se envicia, inmediatamente trata de cambiar las leyes para lograr la reelección indefinida, etc. El excesivo poder envilece.
d) Hay una más, aumentar la participación popular como y cuando se pueda, aumentar, promover la participación ciudadana. Un ejemplo es el presupuesto participativo. Buscar de no alejarnos tanto de la original democracia participativa.
e) Llegamos a la conclusión que de lo que se trata, la dificultad mayor son los intereses personales, tanto políticos como económicos. Sólo un ambiente revolucionario, un barajar y dar de nuevo puede llegar a cambiar algo el estado de cosas. Kirchner perdió la oportunidad que tuvo de hacer una buena Reforma Política después del cacerolazo. ¿Realmente le interesó lo suficiente? Aunque un ambiente revolucionario puede también salirse de control y lograrse algo peor, como una dictadura por ejemplo. Salir de las brasas y caer en las llamas. No hay garantías. Claro que cuando uno ya tiene poco que perder puede valer la pena el intento.

Ejemplos concretos

Yendo a ejemplos concretos, porqué no: Chacho Alvarez y Storani estuvieron con el tema y no pudieron lograr nada; Kirchner decía que una de sus primeras acciones sería lanzar un proyecto de reforma política (ley electoral y de partidos políticos); nombró a una diputada radical para coordinar los estudios correspondientes; abrió una página Web del Ministerio del Interior para recolectar sugerencias; pasó el tiempo... Hubieron muchísimos aportes (http://www.mininterior.gov.ar/reformapolitica/propuestas.asp) ¡Nada de esto fructificó! Ya ni siquiera se habla del tema. A los fondos obtenidos en su provincia por las regalías mineras, fondos del Estado provincial, es decir de la gente, los puso en una timba financiera, podría ganar o... perder! Tampoco se vio obligado a rendir cuentas a nadie. No le gustaban los resultados del Indec, pues cambió a sus directivos. No, no estoy con Macri ni López Murphy tampoco. No quiero que hagamos un nuevo experimente neoliberal. Ni con la irresponsable de las denuncias por sólo sospechas. Lavagna y Duhalde están borrados. Sólo estoy afirmando lo de siempre... que el poder excesivo envilece al más pintado, en el supuesto que sus intenciones hayan sido buenas, por lo que siempre se vislumbra un riesgo. ¿Será falta cultural, que no tenemos tradición republicana suficiente? Pero los hechos aquí y ahora están así.

Conclusión

Perdonen estos razonamientos, sólo intenté cavilar sobre la democracia y llegar al momento actual. Soy optimista a pesar de todo, pero me traicionó mi manía racionalista. Ahora no se por quién voy a votar... ¿De nuevo tendré que optar por el menos malo? Ya esto se está transformando en un vicio. ¿O en un círculo vicioso?

Critico al sistema democrático, a este sistema democrático que tenemos, no a la democracia, esa utopía a la que no debemos perder de vista para no alejarnos tanto de ella, porque es para peor. Tratemos de mejorarla como sea posible.

CAN
27/08/2007

30 de junio de 2007

Supervivencia, dignidad y otras yerbas



Terminó el primer semestre de las clases de Filosofía en el PUAM de la UNC, con ese motivo me senté a pensar qué era lo que había aprendido en las clases en ese período. En realidad, de lo que aprendí me interesa no tanto el detalle de la información obtenida sino la formación que se adquiere, el poder conocer las diferentes perspectivas sobre un mismo tema, mejorar el método de análisis, el poder definir las propias posiciones personales luego de un arduo debate con uno mismo.
En nuestro curso esto es favorecido en gran medida por la modalidad de nuestro profesor Fulvio Stanis, abierto a todas las perspectivas que ofrece el pensamiento, sin descartar nada y sin tratar de inducirnos (por lo menos no se nota tanto) los suyos propios. Más bien lo que trata de hacer, a mi entender, es enseñarnos a filosofar por nuestra propia cuenta, que aprovechemos de la sabiduría que ya nos dan los años como adultos mayo-res para cultivarla mejor, dándonos las armas para hacerlo mejor. Tenemos que aprovechar la oportunidad.

Así que tomé la decisión de escribir algo como motivación para interrogarme a mí mismo para tomar o clarificar posiciones. Aquí van algunos esbozos, que pueden concluir tanto en afirmaciones como también en preguntas, a estas últimas espero me ayuden a dilucidarlas y a las primeras comentarlas críticamente.

A) Supervivencia humana

Según Darwin, las especies que han sobrevivido son las que se han podido adaptar, para no morir, en un mundo exterior peligroso y cambiante. A partir de cierta constitución biológica, la naturaleza produce variantes en el cuerpo humano y el ambiente selecciona las más aptas para sobrevivir.

Parto de esto porque estamos mal acostumbrados a partir de los mitos cristianos: el bien, el mal, el amor, la felicidad, que buscamos alejarnos de nuestras apetencias terrenales y asemejarnos a un ser superior, etc.

Un hecho que nadie niega es que nacemos con ciertas tendencias que nos ayudan a sobrevivir, “como programas” que en ciertas situaciones nos hacen actuar de una forma y no de otra, prescindiendo de la reflexión, especialmente en situaciones de riesgo y cuando actuamos espontáneamente sin meditarlo previamente. Los psicólogos los llaman instintos. La muestra de que han sido eficaces para la supervivencia es que acá estamos, haciendo disquisiciones. No hemos desaparecido (aún).

Otra de las tendencias que nos han salvado es la sociabilidad, el instinto gregario, que tiene la ventaja de hacer que juntos seamos menos vulnerables. Juntos estamos más seguros, luchamos mejor con el medio hostil. Otra es la capacidad para adaptarse a las diferentes situaciones que nos presenta el entorno. El hombre es extremadamente flexible con tal de sobrevivir y se inventa el cuento que sea con tal de lograrlo.

Por último, diremos que la herramienta mas colosal de supervivencia ha sido la inteligencia; la capacidad de aprender, de recordar, de razonar. Es la más importante, gracias a la inteligencia producimos herramientas, vivienda, alimentos, cultura. Dentro de las herramientas están también las armas, elementos peligrosos con los que podemos dañarnos a nosotros mismos si no maduramos lo suficiente a tiempo.

Dentro de los atributos primitivos del hombre están dos, de los que ahora hablaremos: el egoísmo y el altruismo. No digan que no tiene que ver con lo que estamos hablando, está íntimamente relacionado, ya lo veremos.

Egoísmo: pensar y hacer pensando en uno mismo (el diccionario lo da un poco diferente, dice pensar y hacer primordialmente pensando en uno mismo, pero dejémoslo como dije primero, así lo emplearemos aquí al término.
Altruismo: pensar y hacer pensando en los demás, los otros, en ciertas ocasiones aún a costa del provecho propio.

El pensar en uno mismo. Es uno de los atributos que nos hizo sobrevivir, defender la propia existencia. A él le debemos la vida. A medida que los elementos básicos para la subsistencia se satisfacen, la base de este egoísmo se amplía, primero la familia, nuestros vecinos más cercanos, las personas más apreciadas. Empezamos a actuar para otros. A esto se lo clasifica como altruismo.

Pero veámoslo desde otro punto de vista. Olvidémonos del altruismo. Sólo se trataría de nuestro egoísmo ampliado: las personas que me interesan han pasado a ser, en cierta medida, parte de mí mismo.

Aclaremos un poco esta forma de pensar. Del pensamiento griego hemos heredado la forma de pensar con opuestos, dándole a cada extremo una identidad propia. Así hablamos de calor y frío, bondad y maldad, egoísmo y altruismo, etc. Esta forma de pensar es antinatural, porque una significa la ausencia de la otra y en la vida las cosas no son así. ¿Son los ideales de Platón? Sea como sea, para pensar racionalmente es necesario poner los términos en su lugar. En física no hablamos de fuerza y antifuerza, masa y anti-masa, sería un despropósito. Así, en termodinámica se habla solo de calor, no de frío, que sería la “falta” de calor.

Volviendo a lo nuestro, altruismo sería el egoísmo que sale del individuo y se esparce en un conjunto de personas que pasan a ser parte del individuo, porque son de su interés. Si algo le pasa a un ser querido, es como si me pasara a mí. Pero comprende también al individuo mismo. No se puede pensar que hago bien a otros si primero no hago lo propio conmigo. Hacerlo así sería el ideal cristiano, el desprendimiento total, algo antinatural.

¿Y quiénes son los seres queridos? Veamos, depende de mi situación. Si es de extrema necesidad, empieza y termina en mí. Si mi situación es más holgada, son mi esposa, mis hijos. Si es mejor, serán también mis vecinos, mis conciudadanos, los que comparten una cultura común, los latinoamericanos o todo el mundo. Al decir todo el mundo me refiero a los humanos, a la humanidad. Todos esos grupos pasan a formar parte de mí, en distinto grado, por supuesto, pero son de mi interés.

Para los nazis, los merecedores del concepto de dignidad eran los arios, los demás eran como cucarachas, se los podía matar. En los pueblos primitivos eran los miembros del grupo solamente. Ahora se habla de "dignidad humana", es decir de todos los seres humanos; qué pasará cunado los recursos del planeta se estén acabando? Se inventará otro criterio de dignidad?

B) La bondad y la maldad

El concepto de maldad se relaciona con un determinado momento y una determinada moral en una sociedad. Lo que es malo (socialmente) en esa sociedad. Lo opuesto es la bondad. También se inscriben dentro de la bondad las actitudes altruistas, las que son para los otros (y por lo tanto para la sociedad) y no para uno mismo (al menos no directamente). Como se ve, el concepto tiene un fuerte sentido social. Esto no es problemático y es fácil de entender, porque estamos acostumbrados a los términos opuestos con los que clasificamos todas las cosas desde los griegos. Así, se rotula a una persona como “buena” o “mala”.

El problema aparece cuando a estos términos se les da un sentido absoluto, sin referencia circunstancial.

Bueno para la sociedad es una persona que cumple con los preceptos del Estado y que es altruista. Puede ser un empresario al que no le cuesta nada hacer el bien (se lo descuentan de la DGI), que no roba ni mata, no hace piquetes ni escraches.

Malo para la sociedad es una persona que tiene actitudes antisociales, porque se siente excluido de ella, que no pudo ir a la escuela porque tuvo que trabajar, que concurre a piquetes para protestar, que molesta a los automovilistas limpiando vidrios y dando mal aspecto a la ciudad cuando se fanea (con fana).

Pero este “malo”, en su “sociedad”, puede ser un tipo solidario que apoya a sus compañeros “de mal vivir”, que es capaz de robar para que otro coma, que consigue fana para un amigo.

Decía Nieztche que “no hay buenos ni malos, solamente hombres”. Los conceptos “bueno” o “malo” son relativos, dependen de la perspectiva desde donde se los mira. Responden a nuestra manía clasificatoria. Pero la realidad no es así. Hay matices y hay cambios. "Bueno" y "malo" debería ser sustituído por "malo para" y "bueno para"...

Por otro lado, dice Hanna Arendt que la condición humana está signada por las circunstancias en que al hombre le toca vivir. Esas circunstancias no son solo circunstancias actuales, comprende también a la historia; pero esa historia está a su vez está embebida en las producciones humanas, no solo materiales sino culturales. La cultura pasa a ser parte de nuestra propia realidad circundante. Hacemos y sufrimos lo hecho, somos responsables de lo que hacemos y lo que hacemos nos afecta también, no solo nos afecta el mundo material.

Es decir que el hombre “tiene cola”. Esto no es una verdad de Perogrullo. Tiene cola y bastante larga; transita por la vida con ella, debe sufrirla. Esta “cola” es histórica. Es producida por la memoria, ampliada enormemente, no solo oralmente sino escrita, a lo largo de los siglos. Es nada menos que toda una cultura que arrastramos. Y es la gran diferencia que tiene el hombre con los demás animales. Y esa historia a su vez y en medida no despreciable, es hecha por el mismo hombre.

Por eso para hablar del hombre vale más hablar de “la condición humana” que de la “naturaleza humana”. Porque la naturaleza humana, si pudiéramos aislarla, no explica por si sola las actitudes humanas. Si, el hombre condiciona y está condicionado. Condicionado por lo externo y por lo mismo que él produce. Y así sigue produciendo. Sigue produciendo, sin poderse desligar fácilmente de lo que produjo.

C) La dignidad humana

Para los griegos, el hombre era más valioso cuando: fuera hombre (y no mujer), libre, ciudadano y valiente. No soy un experto en temas de religión, pero entiendo que Jesús dijo algo como “bienaventurados los pobres de espíritu” (¿?); más tarde “amad incluso a tus enemigos”. Después de la Reforma cristiana, el más valioso, más digno, era el que supiera multiplicar mejor los bienes que el Señor nos había dado (concepto al dedillo para el incipiente capitalismo). En el judaísmo el más digno es el que mejor respetara las tradiciones y las llevara a la práctica. En el mundo musulmán el que fuera más creyente y tuviera temor de Dios; en el judaísmo el que siguiera las reglas del Talmud.

Después ocurrieron muchos cambios y se llegó finalmente al principio actual admitido por casi todos los sistemas de justicia: “el hombre vale por el solo hecho de ser hombre”. Es decir, que para la justicia no se tienen en cuenta los bienes personales, ni los estudios, ni la posición social, etc. Basta con que sea de la especie hombre. Gran adelanto, me parece. Por este solo motivo es que los hombres nos debemos respeto mutuo, sin necesidad de considerar qué hacemos o tenemos. Ha sido una gran ampliación del concepto de dignidad.

Si la sociedad progresara lo suficiente, tal vez en el futuro podamos acordar en extender este respeto a otros animales (nosotros ¿lo somos, no?) que aunque no hayan sido tan favorecidos como nosotros con la inteligencia, “son nobles” como los perros, los gatos y los caballos, que nos ayudan en nuestra existencia. Acordaríamos cuáles serían los derechos de estos animales, e incluso la justicia intervendría para hacerlos cumplir. No se los podría matar o explotar, por ejemplo.

Hasta acá todo muy bien. Pero… supongamos (lo que es lamentablemente más probable) que la sociedad no ande muy bien, que las desigualdades sociales y la desigualdad entre naciones sea cada vez mayor, que tengamos un mundo con sobrepoblación. Para colmo, que algunos bienes que nos brinda la naturaleza empiecen a escasear, como el agua y el petróleo (situación bastante probable). ¿Qué ocurriría en USA, por ejemplo, si tuvieran que ir al trabajo en bicicleta? ¡Ni pensarlo! Eso es para los chinos, que para col-mo están empezando a dominar la economía mundial. Ante semejante situación, lo más probable es que en USA se cambie el concepto de dignidad por otro más útil. Por ejemplo, los dignos pueden llegar a ser los habitantes de USA o los pueblos nórdicos o… los que hablen inglés, quién sabe…

En definitiva, el criterio de dignidad en una situación de escasez puede llegar a cambiar reduciéndose en lugar de ampliarse. ¿Se hará toda una filosofía para tratar de justificar la nueva situación y poder (ese pueblo) sobrevivir y seguir yendo al trabajo en automóvil y poder seguir tomando gaseosas a discreción? ¿Los no dignos no interesarán más? ¿Serán como de otra especie?

No es tanta ficción lo que digo, ya ha ocurrido, en los años treinta del siglo pasado la gran crisis económica y social en Alemania condujo a que ciertos grupos trataran de imponer por la fuerza nuevos criterios selectivos entre los seres humanos con el gran convencimiento de que estaban bregando por un mundo mejor y sin conflictos. Un mundo de progreso donde dominarían los más aptos.

O siendo más actuales, podemos pensar en la actitud de USA con la invasión a Irak, pri-mer productor de petróleo.

D) La libertad (qué es y no es tal cosa)

Tener libertad implica tener opciones, sino no es libertad. El esclavo no las tiene.

Tener opciones no significa tener un gran número de opciones, porque estamos ligados a la realidad material y social, somos seres sociales, nos gusta y necesitamos vivir en sociedad y por ello no podemos hacer aquello que atenta contra la libertad de los demás (¿o si?).

Pero todo es relativo, si no hacemos algo porque atenta contra la libertad de otro, estamos cercenando nuestra propia libertad..., nos la estamos quitando, concientemente o no.

¿Cuál es la medida?. ¿Cuál es el metro? Creo que nosotros mismos, nuestro buen o mal criterio, que a su vez es variable, ajustable, circunstancial ¿adaptable?

Decía Foucault que generalmente nuestras acciones estaban dirigidas a tener, a adquirir poder. Buscamos seguridad, eso es instintivo. El poder (hacer y hacer hacer) nos da seguridad. Y no hablaba del poder del Estado sino del poder que adquirimos y vamos acumulando con pequeñas actitudes cotidianas.

En fin, nuestra libertad se centra en nuestras opciones (matar, por ejemplo, lo hemos descartado; es un logro cultural, aunque en algunos lugares se lo haga en nombre del Estado), que son las que quedan por resolver si sacamos las que ya hemos descartado según nuestros principios éticos.

¿Y los principios éticos, de dónde vienen? De nosotros mismos en nuestra relación con los otros. Es una continua “lucha” con los otros y con nosotros mismos. El resultado es lo que tenemos.

¿Cuán altruista puede ser nuestra ética? Depende cómo vivimos, qué hemos recibido, qué hemos concluido. Es dinámica y real. Si usamos anteojeras, si estamos lejos de te-ner preocupaciones universales, así será nuestra ética (si existe alguna).

¿Qué es altruismo? Pensar más allá de nuestra conveniencia directa. Pensar en los otros, hacer por los otros.

¿Cuál es la medida? No hay medida, solo resultados (momentáneos). Si, todo es elástico porque si la medida es el hombre y si el hombre sobrevivió porque es adaptable, los resultados pueden ser varios, depende de la condición humana (en ese momento).

En definitiva, somos como una araña que está colgando en una gran red, hecha por todos. Estamos ligados a ella. Si nos quedan algunas manos libres, ahí está la libertad y seremos libres de hacer con esas manos lo que decidamos hacer. Tenemos grados de libertad y grados de compromiso.

Ahora supongamos en el ejemplo que alguna mano de la araña está sujeta, trabada inne-cesariamente, que sufrimos esa atadura sin necesidad. Solo nos podremos dar cuenta ejerciendo el pensamiento crítico, preguntándonos cuál es la finalidad de esa atadura. Siempre se debería cuestionar lo establecido; si se confirma lo establecido, bien. Si no, nos libraremos de una atadura innecesaria.

Bartolomé (un compañero) dice “faltan límites”, pero refiriéndose a la educación de los adolescentes. En el caso de los adultos, la frase no es aplicable, porque los límites son restricciones a la libertad, impuestos externamente. Si esos límites son tales que los siento razonables, ya no son impuestos sino autoimpuestos.

Nosotros mismos nos estamos poniendo constantemente límites. Restringimos concien-temente nuestra libertad, por lo que eso no atenta contra ella, ya hemos optado, ejercien-do casualmente nuestra libertad de hacerlo, hemos optado por esos límites.

Pero que se diga “de eso no se habla”, eso no es posible sin ninguna fundamentación, es contrario a nuestra esencia racional. Al contrario, todo puede ser cuestionado, sin restricción alguna. El resultado dependerá de la responsabilidad del que cuestiona.

E) De qué es capaz el hombre

Una de las características que han hecho mucho para la supervivencia humana es la adaptabilidad del hombre como especie. No se trata solo de adaptabilidad biológica sino en los procesos mentales necesarios para subsistir en ciertas condiciones nuevas en que le toca vivir. ¿Pero hasta dónde llega esta adaptabilidad?

Acá hace falta el concepto de proceso. Proceso como una sucesión de hechos, en cierto orden. El hombre sufre la historia como un proceso y en ciertas ocasiones esos procesos pueden dar resultados sorprendentes en el hombre y la sociedad; pensemos nada más que en el nazismo y el fascismo. Los alemanes y los italianos de entonces no eran marcianos, eran sólo hombres en un determinado lugar, en cierto contexto e historia.

Un proceso es lo que busca por ejemplo un profesor cuando enseña: los temas deben estar en cierto orden para que se pueda llegar al resultado buscado. Algunos hasta llegan a usar hasta recursos teatrales para lograr las reacciones buscadas en los alumnos, y es lícito.

El síndrome de la rana hervida: una rana salta si la tiramos en un recipiente con agua hirviendo; pero si la ponemos en un recipiente con agua natural y la sometemos a fuego lento, muere casi sin darse cuenta. Son procesos diferentes.

Si decimos Dios ha muerto en la filosofía contemporánea, han muerto las referencias absolutas. Pareciera ser que el hombre es capaz de cualquier cosa si se dan las circuns-tancias adecuadas. Es escandaloso pero es así. ¿Hasta dónde podremos llegar?

Por suerte existen “las vacunas”, que es la lucidez que da la memoria, la memoria que no debe perderse, por lo menos cuando los hechos ocurridos son importantes. También la cultura, la filosofía dentro de ella.

No se requiere que todos seamos filósofos profesionales. Sí se requiere que haya muchos que filosofen, que indaguen más profundamente y constantemente en nuestro entorno, que se pregunten y busquen respuestas. Es una actitud interminable y necesaria. Creo que por allí pasa un antídoto a nuestra gran “adaptabilidad”. ¿Será suficiente?

Pero hay otra situación que deberíamos resguardar. Si el hombre depende en gran medi-da de las circunstancias, si ha sido capaz de desarrollar una enorme tecnología, tiene que ser capaz de cuidar, de velar para que esas circunstancias no lleguen a extremos en los que se pondría en riesgo la vida misma del hombre.

Por ejemplo, el cuidar nuestro medio ambiente, nuestra casa. ¿Qué puede oponerse a un fin tan noble y evidentemente necesario? Sólo alguna pasión, como la de hacer negocios, de ganar más dinero. Pensar solo en ahora, no importarnos qué pasará con nuestros hijos.

¿Será posible vencer al poder económico? El problema reside en que se basa en lo más primitivo del hombre, el afán de lucro. Y vaya si tiene éxito. Tanto éxito que no hay poder que se le equipare. Se logra un gran desarrollo tecnológico. Pero... y el hombre? No le encuentro respuesta (satisfactoria). Iremos rumbo a más crecimiento tecnológico, más poder y riqueza en pocas manos y a la locura de la competencia de todos contra todos dejando de lado la razón de ser del instinto gregario, que era de defendernos mejor colaborando solidariamente entre nosotros? ¿Alguna vez volveremos a pensar en nosotros mismos y comprender que ahora tenemos la oportunidad de pensar no solo en la supervivencia sino en aprender a gozar de lo bueno que nos da la vida, mientras dure? Les paso los interrogantes.

Carlos Alberto Navarro (Tuco)