7 de febrero de 2016

Realidades


Filosofía y algo más

·         Qué significa la pregunta “Existe la realidad?” Se refiere a algo externo a nosotros y que pueda ser percibido por otras personas además de por mí, eso significaría que hay “algo” que no depende de nuestra subjetividad, que es independiente de ella. Lo curioso es que eso significa que el que hace la pregunta es un observador y que lo observado lo incluye también a él, es decir que juega dos roles simultáneos, observador y observado.

·         Al hombre común, sin formación filosófica, le parecerá trivial la pregunta, es cierto, pero si se piensa que uno no debería estar tan seguro de la respuesta, dado que tampoco deberíamos estar tan seguros de nuestra subjetividad y es en ésta donde se percibe la experiencia de la realidad; de esto se deriva el planteo filosófico sobre la realidad.

·         El problema se complica si notamos que no todos vemos lo mismo, aunque hay en lo observado muchos elementos comunes, que nos impide negar la existencia de una realidad externa. Pasa que los observadores no somos todos iguales; uno puede ser daltónico, otro está distraído por algo que le aconteció, otro se basa en comparaciones con observaciones anteriores hechas por él mismo. Pero si todos caminamos hacia una pared sin parar, a todos nos dolerá la experiencia, aunque no sea para todos igual el dolor.

·         Finalmente llegamos a la conclusión de que es práctico pensar que existe una realidad externa, a la que llamaremos simplemente “la realidad”. La prueba de la conveniencia de esa suposición está en los resultados, la ciencia, la tecnología, las artes y oficios. A esa realidad le llamamos también “naturaleza” y somos parte de ella.

·         La realidad es todo lo que vemos y sentimos? No, no es todo. Tenemos conciencia también de nuestros sentimientos y apreciaciones, de lo que hemos aprendido, de lo que hemos imaginado, de nuestros momentos de felicidad y de nuestros sufrimientos. Es eso “otra” realidad? No es lo mismo que la realidad de la que hablamos antes, que puede ser percibida por todos o casi todos, es solo y nada menos que “mi realidad personal”, la que produce mi mente, fuertemente influenciada por mis experiencias personales. Pero para cada uno de nosotros es nuestra realidad personal y ésta tiene mucha importancia para nosotros. Es nada menos que el producto biológico de mis experiencias personales. Es “mi” realidad personal.

·         Para evitar confusiones, a esa otra realidad podemos llamarle nuestra “realidad mental”, dado que es el resultado de procesos cerebrales. De ella se derivan la ética que adoptemos para vivir en sociedad, nuestra concepción de vida, la producción artística, nuestros sueños y ficciones.

·         En los hechos, esa realidad mental suele ser modelada o influenciada tempranamente por 1) la educación. En el siglo XIX la escuela seguía el modelo prusiano, imponía el respeto, la obediencia y la competencia individual dentro de los límites permitidos por el poder de la organización social existente. Era como instruir niños para obtener soldados obedientes que no pusieran en peligro al sistema económico y político vigente.

·         Actualmente le educación oscila entre el modelo anterior y el respeto y puesta en valor de cualidades como la solidaridad, la espontaneidad y la creatividad personal. Se tiende a aceptar la libertad y la diversidad.

·         A finales del siglo XX y principios del XXI han surgido otros fenómenos importantes que afectan nuestra realidad mental, en este caso durante toda nuestra vida: 2) Las telecomunicaciones, 3) la red internacional Internet y 4) la televisión.

·         Las telecomunicaciones y la Internet son esencialmente democráticas porque ayudan a los pueblos a comunicarse sin censuras (excepto en pocos países árabes y China), nos brindan conocimiento y diversidad. En ello reside su gran valor. No es conveniente que algún poder de Estado tratare de controlarlas.

·         El poder en el siglo XIX estaba en manos fundamentalmente de la política y la religión, en nuestro caso la católica. Actualmente se trata del poder político y del poder económico, este último  siempre. Y el poder trata de modelar nuestra realidad mental. A qué viene esto? A que ha surgido un nuevo medio como la TV y la radio por los que se puede llegar a los oyentes y a los televidentes, no solo a los niños y adolescentes sino a toda la población.

·         Parece algo inofensivo, pero no lo es. Es que el poder económico tiene la posibilidad de acaparar medios inalámbricos y por cable si el Estado se lo permite. Además, al pertenecer varios medios a una misma corporación, suelen convenir sincronizadamente campañas mediáticas con fines políticos, creando realidades virtuales convenientes al poder y que influirán en nuestra realidad mental.

·         Pero no es solo la injerencia política de las corporaciones mediáticas lo que preocupa, también están presentes los intereses imperialistas o centrales sobre las colonias o periferia proveedora de commodities. No se asombren, es que no solo económicamente, sino culturalmente, somos una colonia. Esto siempre ocurrió, el país dominado trata de imitar al dominante y allí comienza una pérdida de identidad. Pero mediante la TV por ejemplo, esto puede llegar a una exasperación. Ya lo advirtió Giovanni Sartori en Homo Videns, el poder de la imagen es superior al del texto. Así, mediante programas banales se endiosa al mundo de la farándula, no se invita a pensar sino a la frivolidad, se trata como muy importante chismes referidos a “los famosos” y se hacen discusiones interminables sobre lo que dijo uno y qué le respondió otro. Otra vedette de la TV es la de los asesinatos, choques, robos, todo lo que conduzca a una sociedad al miedo. O sea se reemplazan los problemas sociales reales por una realidad virtual  despolitizada. Es una realidad ficticia que influirá en la realidad mental de los desprevenidos. En realidad las corporaciones mediáticas crean un proceso de desinformación y deformación de nuestras mentes (la culpa no la tiene el chancho…). No les interesa ni la verdad ni el espíritu crítico, menos que se hable libremente de política, porque eso es lo que le interesa al poder económico.

·         Otro proceder de los medios actuales es el de analizar públicamente actos criminales o de corrupción, constituyéndose en imitación de investigadores y jueces que dan veredictos, condenando ante la opinión pública a quienes les interesa (políticamente) desacreditar. “La justicia es lenta o es interesada”. Acusar es muy fácil, que el acusado  se saque la carga si puede; se hace creer que sobre el acusado recae la prueba, cuando es al revés, el que acusa tiene que probar y si no lo hacen los jueces, que para eso están. Pero lo que se induce a pensar en TV perdura en el tiempo en la opinión pública, cualquiera sea la sentencia judicial.

·         Queda claro que el poder mediático concentrado es, con la tecnología actual y hoy más que nunca, de hecho, un cuarto poder republicano. En sus manos estamos, en caso de que al Estado no le interese intervenir (por conveniencia o desinterés) regulando los medios audiovisuales, que deben ser diversificados y no acaparados por las corporaciones mediáticas.

Conclusiones:

·         Decimos que hay una realidad externa por conveniencia para el conocimiento humano y el dominio de la naturaleza.

·         Hay otra realidad, que llamamos “realidad mental” pero que es muy importante para el hombre porque allí residen nuestros sentimientos, impresiones, imaginaciones, intuiciones y valores. De allí derivarán nuestra ética para vivir en sociedad, el arte, nuestra concepción de vida. Esa realidad es el resultado de nuestras experiencias con la naturaleza, la sociedad, de nuestros conocimientos, de nuestros razonamientos y deseos, de nuestras preferencias, de nuestras sospechas y conveniencias.

·         La realidad mental es modelable por la escuela y las realidades virtuales que crean los medios en base a sus intereses económicos y políticos.

·         Se destaca finalmente la importancia de la educación que respete la libertad y la diversidad y el control de los poderes mediáticos para evitar el monopolio de la información.


Carlos Alberto Navarro, febrero 2016.