Filosofía y algo más
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Qué significa la pregunta “Existe la realidad?”
Se refiere a algo externo a nosotros y que pueda ser percibido por otras
personas además de por mí, eso significaría que hay “algo” que no depende de
nuestra subjetividad, que es independiente de ella. Lo curioso es que eso
significa que el que hace la pregunta es un observador y que lo observado lo
incluye también a él, es decir que juega dos roles simultáneos, observador y
observado.
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Al hombre común, sin formación filosófica, le parecerá
trivial la pregunta, es cierto, pero si se piensa que uno no debería estar tan
seguro de la respuesta, dado que tampoco deberíamos estar tan seguros de nuestra
subjetividad y es en ésta donde se percibe la experiencia de la realidad; de
esto se deriva el planteo filosófico sobre la realidad.
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El problema se complica si notamos que no todos
vemos lo mismo, aunque hay en lo observado muchos elementos comunes, que nos
impide negar la existencia de una realidad externa. Pasa que los observadores
no somos todos iguales; uno puede ser daltónico, otro está distraído por algo
que le aconteció, otro se basa en comparaciones con observaciones anteriores
hechas por él mismo. Pero si todos caminamos hacia una pared sin parar, a todos
nos dolerá la experiencia, aunque no sea para todos igual el dolor.
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Finalmente llegamos a la conclusión de que es
práctico pensar que existe una realidad externa, a la que llamaremos
simplemente “la realidad”. La prueba de la conveniencia de esa suposición
está en los resultados, la ciencia, la tecnología, las artes y oficios. A esa
realidad le llamamos también “naturaleza” y somos parte de ella.
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La realidad es todo lo que vemos y sentimos? No,
no es todo. Tenemos conciencia también de nuestros sentimientos y
apreciaciones, de lo que hemos aprendido, de lo que hemos imaginado, de
nuestros momentos de felicidad y de nuestros sufrimientos. Es eso “otra”
realidad? No es lo mismo que la realidad de la que hablamos antes, que puede
ser percibida por todos o casi todos, es solo y nada menos que “mi realidad
personal”, la que produce mi mente, fuertemente influenciada por mis experiencias
personales. Pero para cada uno de nosotros es nuestra realidad personal y ésta
tiene mucha importancia para nosotros. Es nada menos que el producto biológico
de mis experiencias personales. Es “mi” realidad personal.
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Para evitar confusiones, a esa otra realidad
podemos llamarle nuestra “realidad mental”, dado que es el
resultado de procesos cerebrales. De ella se derivan la ética que adoptemos
para vivir en sociedad, nuestra concepción de vida, la producción artística,
nuestros sueños y ficciones.
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En los hechos, esa realidad mental suele ser
modelada o influenciada tempranamente por 1) la educación. En el siglo
XIX la escuela seguía el modelo prusiano, imponía el respeto, la obediencia y
la competencia individual dentro de los límites permitidos por el poder de la
organización social existente. Era como instruir niños para obtener soldados
obedientes que no pusieran en peligro al sistema económico y político vigente.
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Actualmente le educación oscila entre el modelo
anterior y el respeto y puesta en valor de cualidades como la solidaridad, la
espontaneidad y la creatividad personal. Se tiende a aceptar la libertad y la diversidad.
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A finales del siglo XX y principios del XXI han
surgido otros fenómenos importantes que afectan nuestra realidad mental, en
este caso durante toda nuestra vida: 2) Las telecomunicaciones, 3) la red
internacional Internet y 4) la televisión.
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Las telecomunicaciones y la Internet son
esencialmente democráticas porque ayudan a los pueblos a comunicarse sin
censuras (excepto en pocos países árabes y China), nos brindan conocimiento y
diversidad. En ello reside su gran valor. No es conveniente que algún poder de Estado
tratare de controlarlas.
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El poder en el siglo XIX estaba en manos
fundamentalmente de la política y la religión, en nuestro caso la católica.
Actualmente se trata del poder político y del poder económico, este último siempre. Y el poder trata de modelar nuestra
realidad mental. A qué viene esto? A que ha surgido un nuevo medio como la TV y
la radio por los que se puede llegar a los oyentes y a los televidentes, no
solo a los niños y adolescentes sino a toda la población.
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Parece algo inofensivo, pero no lo es. Es que el
poder económico tiene la posibilidad de acaparar medios inalámbricos y por
cable si el Estado se lo permite. Además, al pertenecer varios medios a una
misma corporación, suelen convenir sincronizadamente campañas mediáticas con
fines políticos, creando realidades virtuales convenientes al
poder y que influirán en nuestra realidad mental.
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Pero no es solo la injerencia política de las
corporaciones mediáticas lo que preocupa, también están presentes los intereses
imperialistas o centrales sobre las colonias o periferia proveedora de
commodities. No se asombren, es que no solo económicamente, sino culturalmente,
somos una colonia. Esto siempre ocurrió, el país dominado trata de imitar al
dominante y allí comienza una pérdida de identidad. Pero mediante la TV por
ejemplo, esto puede llegar a una exasperación. Ya lo advirtió Giovanni Sartori
en Homo Videns, el poder de la imagen es superior al del texto. Así, mediante
programas banales se endiosa al mundo de la farándula, no se invita a pensar
sino a la frivolidad, se trata como muy importante chismes referidos a “los
famosos” y se hacen discusiones interminables sobre lo que dijo uno y qué le
respondió otro. Otra vedette de la TV es la de los asesinatos, choques, robos,
todo lo que conduzca a una sociedad al miedo. O sea se reemplazan los problemas
sociales reales por una realidad virtual despolitizada. Es una realidad ficticia que
influirá en la realidad mental de los desprevenidos. En realidad las
corporaciones mediáticas crean un proceso de desinformación y deformación de
nuestras mentes (la culpa no la tiene el chancho…). No les interesa ni la
verdad ni el espíritu crítico, menos que se hable libremente de política,
porque eso es lo que le interesa al poder económico.
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Otro proceder de los medios actuales es el de
analizar públicamente actos criminales o de corrupción, constituyéndose en imitación
de investigadores y jueces que dan veredictos, condenando ante la opinión
pública a quienes les interesa (políticamente) desacreditar. “La justicia es
lenta o es interesada”. Acusar es muy fácil, que el acusado se saque la carga si puede; se hace creer que
sobre el acusado recae la prueba, cuando es al revés, el que acusa tiene que
probar y si no lo hacen los jueces, que para eso están. Pero lo que se induce a
pensar en TV perdura en el tiempo en la opinión pública, cualquiera sea la
sentencia judicial.
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Queda claro que el poder mediático concentrado es,
con la tecnología actual y hoy más que nunca, de hecho, un cuarto poder
republicano. En sus manos estamos, en caso de que al Estado no le interese
intervenir (por conveniencia o desinterés) regulando los medios audiovisuales,
que deben ser diversificados y no acaparados por las corporaciones mediáticas.
Conclusiones:
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Decimos que hay una realidad externa por
conveniencia para el conocimiento humano y el dominio de la naturaleza.
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Hay otra realidad, que llamamos “realidad
mental” pero que es muy importante para el hombre porque allí residen nuestros
sentimientos, impresiones, imaginaciones, intuiciones y valores. De allí
derivarán nuestra ética para vivir en sociedad, el arte, nuestra concepción de
vida. Esa realidad es el resultado de nuestras experiencias con la naturaleza,
la sociedad, de nuestros conocimientos, de nuestros razonamientos y deseos, de
nuestras preferencias, de nuestras sospechas y conveniencias.
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La realidad mental es modelable por la escuela y
las realidades virtuales que crean los medios en base a sus intereses
económicos y políticos.
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Se destaca finalmente la importancia de la
educación que respete la libertad y la diversidad y el control de los poderes
mediáticos para evitar el monopolio de la información.
Carlos Alberto Navarro, febrero 2016.