31 de enero de 2011

El hombre y sus mitos

El hombre y sus mitos
Prefacio

Como soy conciente de que no le he dado a este estudio la seriedad académica que se merece, por ello pido se lo lea solo como un ejercicio de ficción (si es eso posible).

El hombre

Desde hace demasiado tiempo se ha tratado de estudiar al hombre y su comportamiento. Se ha intentado entenderlo diciendo que se “ha entregado” a cualidades sustantivadas, como la codicia, la envidia, el amor, el odio, etc. Se ha entregado como podemos entregarnos, alienarnos a un dios, a algo externo. Si, se ha tratado de ver los motivos en extremos externos al hombre, “que ha caído” en algunos de esos sustantivos. Tal cual los romanos o griegos antiguos podían entregarse a sus dioses, que casualmente representaban a atributos humanos  extremos.


Es decir, nos quitamos responsabilidad, decimos “se ha dejado ganar por” y luego viene el adjetivo sustantivado.

Se habla del “bien” y del “mal” como entes, se le atribuyen dioses inclusive.

Sabemos que lo que está bien es relativo, depende para quién está bien, en qué circunstancias. Lo que es bien para uno puede ser mal para otro. También lo que está bien y lo que está mal depende en una misma sociedad de la época de la que estamos hablando.

Si los motivos del comportamiento humano no son estos “dioses” externos a él, hay entonces que buscar los motivos en el hombre mismo y en las circunstancias que ha vivido.

Caliente, caliente, pero no basta. Habría que buscar los ejes motivadores de los cuales se derivan los demás (si los hay). Ver más en profundidad.

Las sospechas y una hipótesis

Ver más en profundidad es lo que permitió a “los maestros de la sospecha”, Marx, Nietzsche y Freud llegar a donde llegaron. Claro que tal vez nosotros no seamos ellos, pero tenemos una gran ayuda: Darwin.

Llegados acá podríamos sentar una hipótesis, una gran hipótesis: que para entender los comportamientos humanos debemos considerar que todos los comportamientos del hombre giran alrededor de una finalidad principal para la que parecemos estar como programados de antemano: sobrevivir como especie.

¿Por qué esta hipótesis y no otra? Porque si hemos sobrevivido como especie durante más de 2 millones de años a pesar de ser tan débiles físicamente, es muy plausible que la hipótesis sea cierta, sino no estaríamos acá.

Además, si nos fuera posible construir un robot parecido a un ser humano y hubiera que programarlo, lo primero que se nos ocurriría sería imponerle como primer objetivo que se autoconserve como especie, o sea, que sus actos no atenten contra su seguridad (salvo que esto no nos convenga a los humanos).



Un amigo (Juan K.) me hizo la observación de que porqué esta hipótesis para los seres humanos y no para todos los animales. Si, tiene razón. Pero lo que nos interesa aquí son los seres humanos y quiero destacar una base para entender la mayor parte de las actitudes humanas, por eso solo hablaremos aquí del hombre. 

Consecuencias de la hipótesis

Viéndolo así, no parece descabellada la importancia que Freud le da al sexo en el comportamiento humano, porque sin sexo no hay supervivencia. Tampoco la búsqueda de poder de la que hablaba Nietzsche, porque sin poder no hay seguridad y sin seguridad es muy difícil la supervivencia.

Al ser el hombre un animal depredado, porque su cuerpo es débil, la mejor solución para la supervivencia es la agregación, o sea la vida en sociedad. Es primitivamente una conveniencia.

La necesidad asociativa del hombre, porque es débil físicamente, es importante para la supervivencia. El ansia de poder, en todas sus graduaciones, es algo natural y necesario también. Me refiero a dominar situaciones, desde las más insignificantes a las más importantes. Son las que generan seguridad.

Por búsqueda de poder significamos búsqueda de control en todos los niveles, poder con nuestros hijos, con nuestros compañeros, etc. Dominar situaciones (aunque aparentemos apertura a los deseos de otros), desde las menores a las más grandes.

Otra cualidad importante para la supervivencia es la capacidad de adaptabilidad a distintas circunstancias, y el hombre parece ser un campeón en este sentido. Ante nuevas circunstancias, rápidamente elige nuevas actitudes e imagina las justificaciones útiles; si, así, en ese orden; primero están los intereses personales, después la justificación de las actitudes. Esto es así porque primero está la supervivencia y después vienen los conceptos que hacen a nuestra concepción del mundo. De ese mundo. La concepción del mundo guía nuestros actos.

Para darse una idea de lo que hablo, pensemos en los alemanes durante el nazismo; casi todos supieron acomodarse a la situación en el nazismo para poder sobrevivir; y vaya si han habido de las más diversas justificaciones. Pasada la guerra, abandonaron sus actitudes anteriores y “volvieron a la normalidad” como si nada hubiera pasado. Fue un pasado que conviene olvidar.

De la hipótesis que estamos considerando surge la necesidad de asociación y la necesidad de acción individual que hace al poder individual. Pero estas dos necesidades son contradictorias. Es que esta gran contradicción es también atributo del hombre, me refiero a la contradicción entre necesidad de asociatividad vs. necesidad de adquirir poder individual. Algunos le llaman sociedad vs. individuo, es lo mismo. Son dos necesidades contradictorias, derivadas de una sola: la supervivencia de la especie.

El capitalismo necesita de la asociación y al mismo tiempo de la competencia.

Y en esta contradicción permanente se desarrolla nuestra vida, podríamos decir que es lo que explica nuestras actitudes. Estamos, vivimos haciendo equilibrio entre estos dos conceptos. Y este equilibrio exige cambio constante porque las situaciones cambian.

Tampoco parece difícil de entender desde esta óptica la explotación capitalista denunciada por Marx, el hombre explotando al hombre y colaborando a la larga con él.

Vergüenza


Pero esta realidad de ser seres “programados” detrás del objetivo de sobrevivir (nuestra hipótesis) nos da vergüenza, no podemos ser tan simples, queremos ocultarlo. Ser solo un organismo con un fin mezquino no es agradable. Esperábamos más, históricamente nos ilusionamos con más y estamos engreídos. Por eso creamos cuentos, elaboramos mitos que queremos creer. Que lindo si fuera así... Nuestro fin es uno superior al de solo sobrevivir… Nuestra motivación es… el amor… por ejemplo, qué lindo…condice con toda la tradición. No competimos, colaboramos. No somos egoístas, sino altruistas. Nos hacemos los estúpidos, no vemos lo que realmente tenemos delante de las narices, que nos movemos detrás de nuestros intereses y solo vemos lo que queremos imaginar. Solo que en épocas de bonanzas podemos disimularlo mejor. Cuando hay escasez no tanto. Se nos ve la hilacha. Tampoco cuando estamos por recibir una herencia…


En realidad y viéndolo fríamente, no tenemos otro proyecto fundamental más que sobrevivir, o sea, no tenemos nada; la nada es lo que está más próximo a nosotros. No, no lo podemos admitir.

Por suerte, inventamos objetivos “importantes”. Y esos objetivos nos hacen actuar. Jugamos. Nos construimos fines. Inventamos el arte, lo disfrutamos y nos damos empresas para estar ocupados. Cuando más ocupados mejor. Tenemos conciencia de ser algo distinto a lo demás de la naturaleza y al mismo tiempo no nos gusta sentirnos así, separados, preferiríamos estar integrados en la naturaleza; y es mediante la acción (adquisición de conocimiento, modificación de lo natural) que nos sentimos bien, integrados, es decir, dominando (cuando no) la naturaleza (E. Fromm).

Somos muy problemáticos. Queremos integrarnos en la naturaleza y por otro lado nos gusta sentirnos diferentes y capaces de cambiar la naturaleza. Y lo hacemos, para bien o para mal. Tan es así que con nosotros ya la selección natural darwiniana no funciona más. Es más, estamos reemplazando a la selección natural de todos los animales y plantas con nuestra ciencia. Y así como la naturaleza comete errores, también nosotros podemos cometerlos…Espero que se demore mucho el momento en que hagamos una gran macana. Pero pensándolo bién, la naturaleza por sí sola ya hace macanas: terremotos, huracanes, por ejemplo.

Valores


Pero para poder vivir en sociedad hacen falta reglas; aunque no bastan. Hacen falta también valores, que son los que le dan sentido y fijan a las reglas. Es que no se trata solamente de reglas escritas, están también las leyes tácitas, las aceptadas por gran parte de la sociedad. En las tácitas encontramos la ética, nuestra ética personal. En las escritas la moral de una cultura.


En épocas primitivas algunos valores estaban principalmente relacionados con la defensa de la comunidad: el coraje, las habilidades guerreras (no solo para defenderse sino para conquistar), la sabiduría, la fidelidad a la tribu, ciudad, etc. Eran herramientas útiles a esa sociedad.

Después los valores fueron cambiando, así ahora son valores importantes estos otros: la competitividad, el afán de lucro, ser famoso, exitoso. En definitiva lo importante no son los valores en sí mismos sino la utilidad que tienen en cierto momento en una sociedad. Los que mencioné son de la sociedad capitalista.

Con los valores se construyen los principios éticos que tienen como misión muy importante en la sociedad el de darnos una seguridad sobre las actitudes que pueden adoptar las demás personas. Al poder predecir los límites de las actitudes ajenas, limitamos el azar y logramos seguridad y confianza en el prójimo. Ésta es la base de la prosperidad de una sociedad. Es que la confianza en el prójimo es la base de una sociedad para ser próspera y solidaria.

El concepto de nosotros

También hacía falta poner límites a lo que consideraríamos como “nosotros”, porque los bienes eran limitados. Había que tener un principio excluyente. Los dignos éramos esos “nosotros” solamente, el resto eran “bárbaros”, por ejemplo.

Una forma de preservar a la propia sociedad fue diferenciarnos de otras sociedades basándonos en cualquier criterio excluyente, para no tener que compartir lo que era escaso. Ese criterio excluyente puede ser una diferencia de aspecto (fenotipos), la lengua que se habla, el lugar en que se habita, etc. Son pretextos en realidad. La cuestión es diferenciarse. Se crea así un  concepto de dignidad conveniente que marca los límites del “nosotros”.

Por ejemplo en la Grecia Antigua, los dignos eran los Atenienses en primer lugar.

Actualmente hemos llegado a una situación en que estamos luchando para imponer el criterio más sustentado universalmente: el digno es el ser humano, sin hacer depender este concepto de ningún otro atributo. Hasta se está hablando de “los derechos de los animales”; claro que todos ellos no pueden llegar a ser dignos alguna vez, porque nos moriríamos de hambre, no?…

Así también, si llegáramos en el futuro (no lejano) a situaciones críticas por escasez de alimentos o cualquier otro bien fundamental (agua, petróleo, etc), podría llegarse a estrechar el concepto de dignidad en los hechos y posteriormente surgirá una “teoría” que avale esa posición y justifique la mezquindad. Es simple y espantoso: somos pragmáticos. Espantoso porque hemos querido creer que no lo éramos.

Anquilosamiento

 Pasando el tiempo, las reglas y valores útiles se transforman en paradigmas indiscutibles. Se pierde la noción de los porqués. Se habla de la “naturaleza humana” o “de la moral impuesta por Dios”.  Es consecuencia del pensamiento acrítico y conformista.

Siguiendo esta imaginería, se habla de patriotismo, del amor, de la bondad, de la maldad, del altruismo. Estos conceptos toman vida propia, separándose de las necesidades que los originaron. Para que perduren, hace falta que se transformen en mitos, en verdades incuestionables. Y así fue en general.

Otra perspectiva para algunos conceptos habituales

Pero veamos otra forma de analizar algunos conceptos usuales en base a la hipótesis inicial.

Amor. Sería una atracción entre dos personas o entre una persona y alguna actividad que causa satisfacción. La atracción entre dos personas puede estar fundada en el sexo (reproducción) y en la posibilidad de complementarse y/o aguantarse. Atracción por su propia familia, su propiedad, hecha a su deseo.

Egoísmo. El egoísmo también permite entender el amor. Todos somos, nacemos egoístas, no lo podemos negar ni evitar. Es una propiedad innata del ser humano. De esto partimos. Es una ley de la supervivencia que hace que cuidemos de nosotros mismos. Lo primero que existe soy yo (y mi mamá). A medida que crecemos y nos relacionamos, aprendemos a ampliar este egoísmo, porque ahora nos interesan también las otras personas próximas que son de mi mayor interés. Pero el egoísmo no desaparece en realidad. No puede desaparecer, porque tenemos conciencia de nosotros mismos, pensamos en nosotros mismos. Ahora es un egoísmo transformado, porque las personas que queremos han pasado a formar parte de mí mismo, son parte de mi propio interés. Aunque el egoísmo básico sigue estando. Y es saludable que esté. Es el que hace que nos amemos. Si no nos amamos, no podemos amar a los demás.

Bondad. Se habla de bondad y no podemos dejar de pensar en la idea de Dios. “Estamos hechos a su imagen y semejanza” o algo así. Pensémoslo de otra forma. Una actitud puede reflejar bondad si a otra persona le conviene. Mejor sería decir “esa actitud es buena para…”, porque depende de las circunstancias. Estamos impregnados de mitos. Nos resulta difícil pensar de un modo diferente de los conceptos judeo-cristianos, aunque seamos ateos.

Hasta aquí esta “fantasía”. Si al lector se le ocurren otros ejemplos de actitudes que se explicarían a partir de la hipótesis planteada de que estamos especialmente programados para sobrevivir como especie, por favor comunicárnoslo.

Pero me parece por lo visto hasta el momento que partiendo de ese principio nos explicamos más fácil (aunque crudamente) las actitudes humanas (y nos evitamos muchos desengaños).


RAE:

mito1.
(Del gr. μῦθος).
1. m. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.
2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.
3. m. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima.
4. m. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.


Aclaraciones sobre “El hombre y sus mitos”.


Creo que una dificultad en toda comunicación no es tanto como se dice lo que se dice, sino lo que no se dice, o sea los presupuestos desde los que se hace la elaboración. Son lo que se piensa (incorrectamente como) obviedades y por eso no se dicen. Pueden no ser necesarias decirlas en ciertos círculos donde ya se han hablado mucho ciertos temas y creemos erróneamente que ése es el “universo”. Es el problema de los supuestos. Escribo esto por una observación de un amigo, el que me dijo que no se entiende bien el artículo que publiqué en el blog.

Por este motivo, trataré de descubrir cuáles son esas obviedades en el caso de mi artículo “El hombre y sus mitos”:

  • El método hipotético deductivo (MHD) es el único método de conocimiento que ha arrojado hasta ahora resultados positivos o sea prácticos para el hombre en su relación con la naturaleza. En la naturaleza entendemos comprendido al mismo hombre.
  • Este método MHD indica que una afirmación, para ser valedera, debe ser falsable, es decir contrastable con la realidad.
  • No hay absolutos, porque para ver si vale la pena hablar de ellos, que son una suposición humana, tendrían que ser falsables.
  • Si las “verdades” dichas por el hombre se tomaran como absolutas, ya no serían falsables, por lo tanto es un absurdo decir que una teoría “es verdadera”; lo correcto es decir que es un modelo (provisorio) (hasta que se encuentre otro mejor).
  • No existen ni el espíritu ni el alma, porque no son comprobables y no hacen falta para explicar la actividad de la mente. Son en realidad una complicación innecesaria.
  • La teoría generalizada de la evolución actual (es más que la de Darwin solamente) es la mejor que hay hasta ahora y parece correcto que la naturaleza selecciona por el método de prueba y error, pero no se le debe dar a la naturaleza ningún carácter de ente con espíritu o cosa por el estilo.
  • De la teoría de la evolución surge que parece que todos los organismos vivos están como programados para sobrevivir, como primer objetivo. Por eso son tan importantes el hambre, el sexo y la asociación humana, que hacen hacia ese objetivo.
  • Si partimos de lo anterior, podemos entonces presumir que la necesidad de supervivencia es importante para explicar las actitudes humanas. Que vivimos en sociedad y nos comemos unos buenos asados (por lo menos aquí) ya lo sabemos.
  • Qué fácil que resulta así explicar el afán de ganancia del capitalista, la actitud de los herederos, las actitudes humanas ante una situación de carencia, etc. Aunque algunos ante tales situaciones actúen solidariamente, es solo hasta que apriete más el zapato.
  • Y nosotros qué somos? Sólo eso, un animal programado? Sí, parece que sí, pero tenemos nuestras libertades, nuestra cultura, gozamos de las artes y del buen vino. Podemos aprovechar para vivir socialmente y gozar de la vida, al menos hasta que vuelvan las carencias. Es así que es como si hubiéramos sido “arrojados” al mundo y nos hubieran dicho “arreglesenlás como puedan”.

En cuanto a los mitos, les llamo así, no se si correctamente, a los “sapos” que nuestra sociedad judeo-cristiana se traga en cuanto a las razones de las actitudes humanas. Mejor dicho, los queremos tragar, queremos creer en el cuento del amor (heredado de dios?), por ejemplo. Yo al menos al amor (atracción) lo veo como la ampliación de el egoísmo individual originario. Primero, de chicos, queremos (a mí y a mi mamá), luego ampliamos el círculo del egoísmo individual a los miembros de la familia. Luego a los amigos, Al barrio, a la ciudad, a la nación (concepto de patria), nos hacemos más universales, nos preocupa la vida de la gente de los países vecinos y de los que tenemos más relación, y así. No será una visión tan linda pero creo que es más realista. ¿O es que queremos auto engañarnos?

En definitiva, al hombre lo mueven sus intereses. Feo, verdad? Es porque estamos acostumbrados a verlo desde la perspectiva que nos inventamos. Repito, no se qué nombre darle a los conceptos en los que el hombre quiere creer, así que le llamé mitos (hasta que haya una sugerencia mejor).

 Tuco Navarro



Artículo relacionado:

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Sé todos los cuentos

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo, tan solo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos…
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos…
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos…
Y que el miedo del hombre…
Ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos…
Y sé todos los cuentos. Se solo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos…
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos…
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos…
Y que el miedo del hombre…
Ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos…
Y sé todos los cuentos.

León Felipe - Poemario, Parábola y Poesía