25 de octubre de 2008

Socialismo o capitalismo


 Que el sistema capitalista tenga crisis dramáticas no indica que no sea conveniente, creo que se debe analizar el tema desde una perspectiva más amplia.

Vez pasada leí un artículo de Francisco Umpiérrez que me pareció muy instructivo sobre el punto de vista de la doctrina marxista. Marx fue genial, hace ya unos 150 años. Hay experiencias y elementos nuevos que él ni pudo soñar de tener.

Veamos los aspectos positivos del capitalismo, o mejor digamos aho
ra del liberalismo y del neoliberalismo. Los negativos son más fáciles de ver, ya muchos expusieron sobre eso. La base, el motor de todo el sistema: el afán de acumulación, la ganancia (o plusvalía), es un factor dinámico fabuloso; no hace falta planificar (otra cosa que las ganancias), no hace falta mandar a hacer, esto establece una dinámica propia y autónoma. Se hace lo que se hace, pero se hace. Circula el dinero, se mueve la economía, se crean puestos de trabajo. El mercado es el rey, lo sagrado, a él deben someterse todos. El Estado es un mal (para el mercado) que hay que tolerar, es necesario solo como árbitro en caso de conflictos, para mantener la ilusión de que el soberano es el pueblo y para ayudar a los perdedores del sistema de competencia inhumana.

¿Por qué tiene una dinámica fabulosa? Porque dio en la tecla de apoyarse en la avidez humana: necesidad de poder, acumulación, seguridad, instintos originales de supervivencia.
Hay otros instintos, la necesidad (y conveniencia) de vivir en sociedad, la solidaridad, la necesidad de la confianza mutua y en las instituciones, etc., pero éstos no motivan tanto como la avidez. El concepto de Capital Social es muy importante para el desarrollo armónico de una sociedad, pero una sociedad basada solamente en estos pilares no puede competir en producción con una sociedad basada en la ganancia y la competencia; y si no puede competir, a la larga terminará cooptada por la segunda (o invadida, que es más expeditivo…).

Veamos ahora cuál es el motor de una sociedad socialista. Supongamos que en el mejor de los casos no tiene que enfrentarse con una potencia como EEUU (como le pasa a Cuba). Al principio, y mejor si su origen es una revolución, habrá un gran capital social, es decir, habrá una gran confianza en las instituciones, el Estado y en los congéneres. Cada uno querrá dar lo máximo de sí por la nueva sociedad. Esperanza y buena fe. Ahora el motor será El Estado. Todo se basará en la planificación y no en la iniciativa privada. Para ello hará falta un Estado poderoso que planifique lo mejor para la gente. Y ese Estado tendrá que estar en todas las actividades humanas. ¿Se recuerdan de La República de Platón o de 1984 de Orwell? Y los administradores de ese Estado, si no hay un procedimiento adecuado, se transformarán en una corporación que defiende sus intereses, en una burocracia. Si no hay compensaciones de poder ni autocontrol en el sistema, se llegará a un gobierno autoritario en algunas de sus variantes.

Una alternativa todavía no experimentada sería que ese nuevo Estado se construya sobre la base de un socialismo con participación popular, que haya una verdadera democracia participativa. Pero ¿cómo construir una sociedad así en un ambiente de hostilidad internacional porque a las plutocracias capitalistas no les interesa que haya otra alternativa de organización social?

En definitiva, creo que la dicotomía del título no es correcta actualmente y me pregunto si la única salida por el momento no es heterodoxa como ser un capitalismo con mayor presencia estatal y mayor participación popular.

Carlos Alberto Navarro
Ah, y estoy con la nacionalización de las AFJP de Argentina, aunque tengo reservas con la metodología.
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Alberto Halac envió lo que sigue a mi email el 30/11/08:

 Hola Tuco,

En tu ultima nota descubrí tu blog SITUACIONISMO que inauguraste el pasado 8 de Noviembre. Con mis felicitaciones va el deseo de muchas horas de placer desprendiendo lo que has ido absorbiendo a lo largo de tu vida. (a propósito, el titulo de mi blog es “pendulibrio” y la dirección http://pendulibrio.blogspot.com/ )

Como anuncias que uno puede encontrase con contradicciones entre algunos conceptos actuales vis-a-vis conceptos mantenidos en el pasado, siento la tentación de ofrecerte un comentario sobre tu último artículo.

Pero antes, dos aclaraciones: 1) para mi los cambios de opinión, mas aun cuando están basados en datos fácticos, atestiguan por la honestidad del pensador, y con la debida aclaración no hay absolutamente nada malo en ello; y 2) tengo el mal(¿) hábito de concentrarme tanto en la nota, artículo, discurso, etc. que comento, que a menudo me olvido que tiene un autor que pueda sentirse ofendido por mi comentario.  Mis cometarios son siempre sobre las ideas y el proceso que las genera, no sobre el carácter del que la mantiene, aunque estos están tan íntimamente ligados que no siempre la distinción es suficientemente obvia.  Lo que sigue es mi opinión sobre tu articulo, queda a tu discreción si quieres incorporarlo a tu blog.

Leí tu nota  “Socialismo o capitalismo”. De inmediato me sorprendió—en el buen sentido—que hayas aclarado el significado de Capitalismo=Liberalismo/Neoliberalismo en interpretación Argentina, con lo que confirmas tu propósito de encarar temas “no desde una visión estrecha y circunstancial sino desde una perspectiva universal”.  Como sabes, “liberalismo” tiene significados opuestos en Argentina y Latinoamérica y el resto del mundo. Si no te molesta tener una audiencia internacional, estas aclaraciones tuyas son muy importantes… (¡Obama es “liberal”!).

Aunque creo entender que finalmente llegas a conclusiones que comparto completamente--no comparto tu descripción del los sistemas que pones en confrontación.

El Capitalismo (en Argentina llamado también Liberalismo/Neoliberalismo como bien lo indicas) no esta basado en “el afán de acumulación, la ganancia…” sino en el ahorro y la frugalidad, que son cosas parecidas pero no son iguales ni equivalentes.  Lamentablemente esos términos descriptivos provienen de una indoctrinación marxista, de la misma forma que otros términos derogatorios son usados por el fanatismo capitalista para describir el socialismo. 
El “mercado” somos todos los que compramos y vendemos bienes y servicios; el “mercado” no somete a nadie, somos nosotros los que nos ajustamos libre y voluntariamente a las fuerzas de la oferta y la demanda. Y voluntariamente podemos mantenernos al margen de él si así lo decidiéramos.  La razón de existir del Estado es, como bien lo señalas, el árbitro con autoridad para contener los conflictos y defender los derechos ciudadanos que se aceptan para tratar de vivir en sociedad armónicamente; pero de ninguna manera el Estado sirve “para mantener la ilusión de que el soberano es el pueblo”.  Dentro de las sociedades democráticas siempre el pueblo es el soberano. El capitalismo sobrevive solo en sociedades democráticas, y en este sistema los gobiernos se renuevan periódicamente… ¿Dónde esta la ilusión? Cuando en una democracia el pueblo deja de ser soberano y entrega su suerte al Estado es solamente por propia desidia o por la fuerza, y en ambos casos deja de ser una democracia.

La ilusión, si es que hay alguna, es la de creer que existe una democracia donde no la hay; pero donde existe, el soberano es el pueblo.  Las democracias tienen sus debilidades y fracturas, pero no son las mencionadas en este artículo.

La inclusión de los instintos humanos es inquietante, tanto por el error conceptual sobre los instintos como por sus influencias relativas sobre  los sistemas políticos.
Ni la “avidez humana” ni la “necesidad de poder, acumulación, seguridad”  son instintos, y mucho menos instintos originales de supervivencia. Tampoco lo es “la necesidad (y conveniencia) de vivir en sociedad, la solidaridad, la necesidad de la confianza mutua y en las instituciones, etc.”. 

No puedo encontrar el proceso lógico para llegar a la conclusión final con estos estos argumentos que no la sostiene.

Ahora, al explicar el “motor socialista”, si este articulo se desarrolla “no desde una visión estrecha y circunstancial sino desde una perspectiva universal, ya sea de filosofía, ciencia política y hechos históricos que nos afectan ahora,” ¿Por qué, por ejemplo, parte de la visión “estrecha y circunstancial” de Cuba enfrentada a Estados Unidos y no de China como “trading partner” de los estados Unidos? ¿O de cualquiera de las otras pocas sociedades socialistas que todavía sobreviven?

¿Cuáles son las evidencias que una revolución produce un gran capital social, o que automáticamente “habrá una gran confianza en las instituciones, el Estado y en los congéneres”?

¿Dónde están las evidencias que “Cada uno querrá dar lo máximo de sí por la nueva sociedad. Esperanza y buena fe.”?

¿En La República de Platón? Todavía tiene que aparecer en toda la historia de la humanidad algo que se asemeje a La República. ¿Y de 1984? En mi opinión, este apareamiento de utopía y distopía nos sugiere mas lo que debemos evitar que lo que debemos adoptar.
Por cierto que en el caso de Cuba no se dieron ninguna de estas condiciones. Los opositores de Castro  fusilados, los encarcelados políticos, los exilados políticos de primera hora, y los que arriesgan sus vida para escapar al régimen atestan todo lo contrario.

Finalmente, ¿cual es la evidencia que a “las plutocracias capitalistas no les interesa que haya otra alternativa de organización social”? 

Personalmente, deseo y aspiro con el autor, a ver algún día una sociedad universal cuya mayor riqueza sea la de su Capital Social, pero yo he llegado a la misma conclusión por caminos diferentes, y soy mucho mas optimista en su realización.  Digo Capital Social como una organización social donde un martillo (capital físico) tiene un valor equivalente a un título universitario (capital humano), donde ambos tienen la capacidad de incrementar la productividad individual y colectiva apoyados dentro y a través del tejido social.

Y digo ser mas optimista porque el movimiento hacia una tercera posición sobre las ideas de capital social no ha frenado su marcha desde su nacimiento en, irónicamente, una sociedad democrática-capitalista. 

Un abrazo,
Alberto