28 de septiembre de 2003

Capital Social, introducción

MONOS CAPUCHINOS, BRECHA DE INGRESOS
Antes de entrar en el Capital Social, comenzaremos con un artículo sobre el comportamiento de los monos capuchinos, seguiremos con las respuestas al artículo, que publiqué como newsletter; seguiremos con la larga respuesta de Alberto Halac, desde Virginia, USA. CAN.
Los monos y el sentido de justicia
Dr. David Whitehouse
Editor de BBC
 Ciencia
Los monos tienen un buen sentido de la justicia y protestarán si ven que otro mono es mejor remunerado por cumplir la misma tarea.
A esta conclusión llegaron un grupo de científicos de la Universidad de Emory en Estados Unidos, después de enseñarle a un grupo de monos a intercambiar fichas por comida.
Normalmente los primates quedaban contentos de recibir un pedazo de pepinillo, a cambio del "pago" de una de esas fichas.


Pero de acuerdo al estudio publicado en la revista Nature, los monos se ofendían cuando veía que uno de sus "compañeros" recibía un premio que consideraban más apetitoso, como por ejemplo una uva.
La ofensa llegaba a tal punto que algunos se rehusaban a trabajar y otros se negaban a comer.
Sarah Brosnan, una de las investigadoras que participó en el experimento, le dijo a la BBC: "Lo más interesante es la sugerencia de que la cooperación humana es más efectiva si hay sentido de justicia".
Sarah Brosnan y su colega, Frans Waal, intentaban ver si el sentido de justicia es un comportamiento producto de la evolución humana o el resultado de las reglas que se establecen en la sociedad.
Recompensas diferentes
Para eso Brosnan y Waal planearon un experimento utilizando monos capuchinos.
"Escogí a los monos capuchinos porque son muy cooperadores y porque vienen de una sociedad muy tolerante".
"Lo que hicimos fue diseñar un experimento para ver su reacción a los diferentes premios", explicó Sarah Brosnan.
Los monos que participaron en el estudio fueron separados en parejas y el experimento consistió en premiarlos de diferente manera por una misma tarea.
Según Brosnan estos primates "nunca habían estado en este tipo de situación donde se les recompensaba de forma diferente".
"En ocasiones, se les premiaba a los dos con un pepino o de repente a uno le dábamos una uva sin siquiera haber trabajado por ella", dijo Brosnan.
Según los investigadores, las reacciones fueron sorprendentes.
"Nosotros buscábamos una reacción específica y la conseguimos. Normalmente rechazaban la tarea que se les asignaba", señalo Brosnan.
"En otras ocasiones completaban la tarea pero no recibían el premio. Este es un comportamiento muy extraño", dijo la científica.
"A veces, ignoraban la recompensa, otras veces la aceptaban para después tirarla", agregó.


A los científicos nos les sorprendió que los monos demostraran cierto sentido de justicia, pero les llamo la atención cuando rechazaron una compensación que había sido aceptada.
Eso si, dijo Brosnan: "Nunca reaccionaron en contra su pareja, ni tampoco las culpaban".
Expertos en el tema que comentaron estos resultaron dijeron a la BBC que es muy apasionante la idea de que el sentido de justicia ha tenido una larga evolución.
Para Sarah Brosnan, "es muy probable" que nuestro sentimiento de justicia sea anterior a la evolución de nuestra especie.
Después de esta investigación se ha empezado a estudiar qué tan extendido está esto en el resto de los animales.
"Actualmente estamos repitiendo el experimentocon chimpancés para aprender más acerca del desarrollo evolutivo del sentido de justicia", señaló Brosnan.
Y agregó: "Yo sospecho que hay otras especies de primates de sociedad igualmente tolerables que mostrarán el mismo comportamiento".

De: Alberto Halac
To: Carlos Alberto Navarro
Date: 26/09/03
Estimado Carlos:
Es sumamente peligroso hacer grandes generalizaciones sobre el comportamiento humano derivadas de la observación de otros realmos de la naturaleza—y más aun cuando provienen de experimentos controlados en laboratorio. Uno se expone a cometer errores tan graves como la economía Maltusiana o el darwinismo social Spenceriano.
No obstante, arriesgare un comentario, aunque el propósito de esta nota es en realidad responderte como lo hice hace un tiempo a otra invitación. Esta la encontraras debajo de mi comentario.
¡Esos Capuchinos!
Numerosos estudios han confirmado lo que todos sabemos por experiencia: el desarrollo personal y el progreso social y económico dependen del nivel de confianza sobre el cumplimiento de las obligaciones de las partes en una transacción. Por transacción significo cualquier intercambio de valores, no exclusivamente monetarios o económicos.
Por cierto, las instituciones políticas que garantizan la aplicación imparcial de la ley y un sistema legal fuerte e independiente son determinantes importantes para generar confianza general, pero la capacidad de dar y recibir confianza comienza con el individuo, a medida que crece y se educa, siendo esta la mas poderosa razón para que los gobiernos apoyen la educación.
El experimento controlado con los monos Capuchinos ilumina lo que desde hace tiempo se observa en la conducta social humana: la confianza entre individuos fomenta prosperidad y confort. Ya Adam Smith noto en su tiempo, las notables diferencias en “probidad”, “puntualidad” y “confiabilidad en poblaciones de diferentes países: “los holandeses”, escribió, “son los que mas mantienen su palabra.” Y aparentemente, son cualidades que parecen haberse mantenido hasta nuestros días, como verán en los países escandinavos que las bicicletas son todavía dejadas en la calle; o en Dinamarca, donde es común dejar los bebes en su cochecito en la vereda mientras la madre va de compras.
La confianza reduce el costo de las transacciones, en varios estudios se pudo demostrar que cuando la proporción de “gente confiable” en un grupo social se incrementa en 15%, ocurre un aumento del 1% anual per capita en la producción!
Más convencido que entonces, mantengo que la formación de nuestros futuros líderes en una nueva orientación cultural es la mejor inversión que podemos hacer como ciudadanos. Lamentablemente tenemos la tendencia a especular con el rápido retorno de nuestras inversiones, con un resultado desastroso—como todos sabemos--tanto en nuestras actividades financieras, políticas y económicas, como en las funciones sociales.
Nuestro problema proviene de la deficiente formación ética que impartimos a nuestros niños y jóvenes, nuestros futuros líderes. Ellos son el reflejo de nuestras acciones, actitudes y comportamientos. Son el barómetro de nuestra conducta individual y social, registrando todas las influencias y presiones que los afectan. Las concepciones de victimización, de inadaptación social, de inseguridad, de egoísmo, de pesimismo, de deshonestidad, y de oportunismo de nuestros niños y jóvenes de ayer, están cristalizadas en nuestros lideres de hoy.
Lo que transmitamos a nuestros niños hoy penalizara o premiara con el mismo rigor a las generaciones que nos sigan.
¿Por que estamos aquí?
En respuesta a mi nota transcripta arriba, un buen amigo me pregunto en esa oportunidad:
¿Como te parece que se puede cubrir ese déficit, y en forma urgente, y sin entregar el poder a dictadores mesiánicos?
No recuerdo cual fue mi respuesta literal de entonces, pero tengo la impresión que habrá sido consistente con esta a mi propia pregunta. Desconozco la mayoría de quienes forman parte de este foro, aunque supongo que no pocos conocerán ya mis opiniones. Me pregunto, y les pregunto, ¿saben ustedes por que están aquí? Para mi la respuesta no tiene complicaciones: Yo estoy aquí en búsqueda de individuos que estén dispuestos a liderar o apoyar la iniciativa de formar una institución de educación modelo, privada, paralela al sistema de enseñanza publica, completa y totalmente apolítica y apartidaria, enfocada en la formación ética y de razonamiento critico de nuestra juventud.
Con el debido respeto por quienes trabajan por el mejoramiento de nuestro país en otras importantes áreas, personalmente, y en consistencia con mi objetivo, considero ya pasada la etapa contemplativa y de diagnostico de nuestros problemas sociales-políticos-económicos.
Encuentro un egoísmo insensible en el tiempo y esfuerzo dedicados por quienes tienen el tiempo para hacerlo, a la difusión de reflexiones—sensatas como pudiesen ser—solo entre la elite con acceso a Internet mientras se olvidan de nuestros niños y nuestros jóvenes.
Y considero inútil e improductiva cualquier disertación o comentario no concentrado en acciones que ayuden a crear el liderazgo futuro de este país, único motivo de mi participación. Por eso estoy yo aquí.
¿Y ustedes, saben por que están aquí?
Cordialmente,
Alberto Halac, desde Virginia, USA
En Favor de una Revolución Cultural Argentina
Alberto Halac
“Lo que más me ha llamado la atención es la persistente noción que los problemas del presente sean considerados políticos o económicos, ya que las propuestas ofrecidas, al menos las que recuerdo, señalan en esa dirección.
Debo admitir que, aun cuando concuerdo en la falta de relevancia y obsolescencia de los actuales partidos políticos--y la necesidad de crear uno nuevo--la proposición carece de sentido cuando no existen en el país elementos adecuados para conformarlos, y menos dirigirlo. Creer que tales propuestas indican una pobre apreciación de las cualidades de la población, o una deliberada ceguera a lo que es obvio.
En principio, ninguno de los partidos mayores actuales contiene flagrantes fallas que perjudiquen el funcionamiento de la sociedad, aunque quizás necesiten actualizarse con reformas como la abolición de las listas sabanas y otros refinamientos modernos. Sus fracasos no son debidos a sus plataformas, sino a sus conductores y al criterio con el que fueron elegidos por la ciudadanía. Cualquier nuevo partido, nacional, local, barrial, o nacido al ruido de las cacerolas estará igualmente condenado al fracaso mientras no haya en la población los elementos humanos con el juego de capacidades de liderazgo y formación ética-social imprescindibles para tal emprendimiento. Y creo, en mi modesta opinión que es tiempo que nos olvidemos de la política, enfrentemos la tormenta, y concentremos todos nuestros esfuerzos en la creación, desde cero, de una nueva ciudadanía, desde la cuna. Si hacemos bien el trabajo, ellos sin duda harán una tarea mucho mejor que la que nosotros con todas nuestras buenas intenciones, hemos hecho hasta ahora.
Esta conclusión ha tenido una larga travesía, y quizás las líneas que siguen iluminen el camino recorrido para llegar a ella.
En mi opinión, parte de la explicación del enigma Argentino se encuentra en las aspiraciones de los inmigrantes que llegaron a fines del 1800 hasta los anos '20, que como los conquistadores--y en contraste con aquellos que emigraron a Australia y Estados Unidos para permanecer allí--que llegaron con la intención de "hacer la América" y regresar a Galicia o Sicilia con los bolsillos llenos. No muchos lograron sus ambiciones, y los que estuvieron condenados a quedarse dejaron una herencia enraizada en la personalidad Argentina: una nostalgia inconsolable por Europa, un desprecio inagotable para Estados Unidos, y el sueño incumplido de sus antepasados de volverse rápidamente ricos. Sin tener en cuenta esta nefasta influencia cultural Española, la influencia Peronista ha jugado un papel central, aunque no siempre evidente, en todo movimiento social Argentino en búsqueda de equilibrio y justicia social, y estabilidad económica, determinando desde el ascenso de Perón, el curso y el carácter de la política Argentina.
Sin duda alguna, Perón produjo cambios fundamentales y necesarios para Argentina, pero su legado de personalizar el gobierno y sus instituciones modeló en la ciudadanía una mentalidad de dependencia y obediencia incondicional de la masa laboral, a cambio de recompensas en forma de trabajo, aumento de sueldos y otras bonificaciones y premios en servicios de salud, educación y servicios de bienestar social en gran escala.
Cualquier análisis serio sobre la vida nacional Argentina, sugiere invariablemente, que el problema básico del país no es la economía ni la política, sino la cultura y los valores de su pueblo. La sociedad Argentina no otorga al cargo público una responsabilidad de servicio sino una oportunidad para la ganancia personal y el enriquecimiento. Aunque sin duda existen todavía quienes asumen su parte de responsabilidad, acusar a otros como causa de los problemas que nosotros mismos creamos es una práctica general elevada a la categoría de arte, y aun a estas alturas, una gran parte de la población mantiene la ridícula teoría de dependencia que deposita la culpa de la actual crisis económica de Argentina en banqueros extranjeros que supuestamente sacan provecho de la nación y que nos imponen créditos usurarios. Pocos reconocen el irresponsable hábito de los créditos, y la carga abrumadora de la corrupción que desvía los fondos públicos a bolsillos privados.
Hoy, los argentinos buscan frenéticos reliquias ancestrales que los habilite a regresar donde sus antepasados escaparon del hambre...
Aun ante estos evidentes quebrantos de la cultura cívica Argentina, se continúa entreteniendo nuevas ideas y esquemas políticos como en el pasado.
No es --como creen muchos--la ultima camada de políticos con toda su corrupción colectiva los responsables de este calamitoso estado nacional, son los Argentinos mismos, cada uno de ellos, por comisión u omisión, los que deben hacerse responsables de sus dificultades.
El problema fundamental que enfrenta hoy la nación, no es económico ni político, estos son cuanto más, las consecuencias evidentes de una ausencia total de consenso nacional, una carencia enfermiza de propósito cívico y de solidaridad social.
Lo que es necesario, no son sólo soluciones fiscales o parches políticos, sino además--y primordialmente-- un renacimiento cultural del mérito, del propósito social. Lo que se requiere antes que nada, es una reforma ética a escala nacional, concentración en los valores personales y sociales, una resurrección de actitudes olvidadas e integridad personal, orgullo cívico, trabajo arduo y solidaridad social expresado en el respeto a uno mismo, la propia familia, y al vecino.
Para millones de Argentinos, cínicos testigos y protagonistas de ideologías obsoletas, de traiciones a la confianza publica y privada y de la impunidad casi universal de políticos corruptos y sus colegas en el delito, este llamado revolucionario puede sonar como la mítica canción de las sirenas, vanas aspiraciones, o promesas tan huecas como todas las anteriores.
En esta sociedad--con indudablemente muchas excepciones honorables--donde el objetivo predominante es tener éxito con la "viveza", con mínima inversión de tiempo y energía, no hacen falta nuevos partidos políticos, lo que hace falta imperiosamente en Argentina, es una generación nueva, para arrancar desde cero y reconstruir un país cimentado por un proyecto compartido, por un gran acuerdo nacional. No es la ayuda divina ni la suerte geográfica lo que marca el destino de una nación sino la voluntad y los valores de su gente.
Esta no es una tarea fácil, ni rápida, ni barata. Pero es imperioso comenzar ya mismo, desde la cuna de la nueva generación.
Alberto Halac. Desde Virginia, USA.
REFLEXIONES (sobre monos, brecha, etc)
Carlos Navarro
Hubo un tiempo en que nos enorgullecíamos de tener una clase media muy numerosa, no teníamos tantos prejuicios sociales como nuestros vecinos chilenos, paraguayos y bolivianos.
Antes del llamado proceso militar, la relación de ingresos entre el 10 % superior y el 10 % inferior era de sólo 7 veces. Claro que teníamos muchísimos defectos culturales, que vienen de nuestra historia, pero eso es otro arduo tema. Pero no había la miseria y la opulencia de ahora. La industria no estaba todavía destruida por las recetas neoliberales que tan sumisamente aplicamos.
Ahora, 2003, según Salvador Treber, esa relación es de 40 veces. No hubo más remedio que aplicar el asistencialismo para evitar que la gente se muera de hambre o asalte supermercados. Y pésimamente aplicado, con punteros que buscaban el rédito político. No se podía evitar el asistencialismo.
Pero los aspectos negativos del asistencialismo son terroríficos. El que labura es un gil, el Estado tiene que mantenernos, el concepto es que ésa es la obligación permanente del Estado. Hay que aprovecharlo al máximo. Todo viene de arriba. Total, si nos esforzamos no ganamos nada, mientras otros que han tenido la suerte de tener, cada vez tienen mas con poco esfuerzo. Hay que ser vivos, el que no afana (o engaña) es un gil. Y el que trabaja por unos mangos también.
En Catamarca, no había gente para recoger la cosecha de aceitunas, todos tenían el plan Jefas y Jefes de Hogar. Si trabajaban, lo perdían y además el trabajo era temporario. En todos lados pasa algo así o bien trabajan en negro y tienen al mismo tiempo un plan asistencial, total el ANSES no los tiene registrados.
Si logramos levantar a nuestra Argentina, ya no hará falta tanto asistencialismo.
¿Cómo y cuándo saldremos de esta situación? ¿Cómo disminuir la brecha salarial? ¿Cómo lograr una sociedad donde prime la cultura del trabajo y la solidaridad?
La respuesta no es una sola, creo, sino una multiplicidad de acciones simultáneas que conduzcan a una sociedad mejor. Pero la brecha salarial debe atenuarse enormemente para que sea posible realmente la solidaridad y la confianza. Para crear una nueva cultura del trabajo y la honestidad.
Lo de los monitos lo puse sólo para llamar la atención con un hecho interesante, pero es claro que falta experimentación. La cuestión no es si la colaboración como dependiente de la equidad es genética o cultural. Es y basta.
Hemos visto la colaboración manifestada por la población en desastres como la inundación de Santa Fe. Y al mismo tiempo hemos visto el pillaje para aprovecharse de la situación. En los grupos carenciados económica y culturalmente también hay mucha solidaridad.
Esta gran crisis de la Argentina también, al fin y al cabo, nos hizo bien para abrir los ojos, para preguntarnos porqué. Para animarnos a salir a la calle a mostrar nuestra indignación. El que se vayan todos ha dado lugar ahora a la preocupación responsable y a la reflexión, a manifestarse políticamente.
Ya no es tan fácil hacer mala política, ya Menem no tiene futuro. No hace falta esperar que la gente se eduque en nuevos valores. La gente se educa preocupándose, haciendo y haciéndose escuchar. La calle educa. Nuestra situación educa. Y ocurre en la acción.
Es cierto que falta capacitación de posibles nuevos dirigentes y que es urgente. Pero en cuanto a ciertos procedimientos está claro qué se debe hacer y qué no..Lo importante está ahora en la gente, hay que aprovechar el momento para abrir canales de comunicación y expresión. Bienvenidos los nuevos partidos políticos, ONGs, organizaciones sociales, etc. que surjan a partir de estas inquietudes, pero nunca nos entreguemos a uno solo incondicionalmente, nunca bajemos los brazos, sigamos siempre atentos para decir qué no nos gusta. Alguna vez aprenderemos a rechazar los líderes mesiánicos.
Aprovechemos esta oportunidad histórica para hacer nuevas leyes, aunque tengamos que recurrir a la Iniciativa Popular. Aprovechemos para crear nuevos hábitos, una nueva conciencia. Aprovechemos que tenemos un gobierno como Kirchner, que aunque ganó milagrosamente por ciertas circunstancias políticas, tiene muy buenas ideas, ayudémoslo a llevarlas a la práctica y critiquémoslo cuando se equivoque.
El objetivo no es un nuevo líder que nos proteja sino una nueva clase dirigente que escuche al pueblo y sea apoyada por éste, y que el pueblo aprenda a controlar a sus gobernantes.
El resultado será una nueva cultura de la honestidad y el trabajo pero que se hace al andar, no que se enseña en las aulas para cosechar en otra generación. Las cosas son más complicadas, no hay sólo blancos y negros, hay todos los matices y en éstos estamos condenados a desenvolvernos.
Para esto estamos aquí. Otros estarán en el extranjero y no los critico. Ojalá algún día traigan su provechosa experiencia y conocimientos para acá. Mientras tanto, sigamos en lo nuestro.
Carlos Alberto Navarro, desde Córdoba, 28 de septiembre de 2003.