27 de agosto de 2007

La democracia, esa utopía necesaria


Poder, manipulación, “democracia”, perspectivas
Carlos A. Navarro
La democracia griega

Nuestro sistema político se basa en la democracia griega antigua, la que se daba en el ágora y en el sistema republicano de gobierno, con el equilibrio de tres poderes independientes.
La democracia griega partía del supuesto de que todos somos iguales, que las decisiones se tomarían en una asamblea de ciudadanos, siendo esto l

os hombres libres (ni esclavos ni niños ni mujeres). Los ciudadanos eran no más de diez mil y eran sólo habitantes de Atenas y algunos pueblos circundantes. Se dio en un momento en que se debía sortear la emergencia de no tener gobierno y ante el peligro de las invasiones persas, de defender la ciudad ante el inminente peligro y así salvar sus familias.

Si eran iguales, si se consideraban así, la cuota de poder también debía serlo.

Nuestra “democracia”

En la democracia actual se sigue suponiendo el principio igualitario, confirmado en la Revolución Francesa, aunque las condiciones actuales distan mucho de lo que se daban en la polis griega. La realidad en nuestra sociedad nos muestra una gran diferencia. En educación, las diferencias entre los individuos son notables. Lo mismo en poder económico y social. La experiencia personal marca otra diferencia. Somos diferentes y a veces muy diferentes. Las diferencias implican diferencias de poder también. No tiene el mismo poder un profesor que sus alumnos, un estanciero que sus peones, una madre o padre que sus hijos.

Surge entonces la manipulación. Manipulación: buscar ciertos objetivos haciendo creer que lo que se pretende es otra cosa. En realidad, es una mentira o por lo menos un engaño. Para otros, a veces se trata de un engaño consentido, por ejemplo cuando se es conciente de las propias limitaciones.

El voto vale igual seamos quienes seamos, a pesar de las diferencias, porque las virtudes de cada uno necesitarían poder ser medidas para establecer un voto calificado, por ejemplo un voto que vale por dos o tres de los votos comunes. Esto implicaría que haya un juez, un árbitro, al que deberíamos darle un poder impensable, por lo que abandonamos todo intento en este sentido.

Entonces los más calificados, que son generalmente los que tienen más poder, engañan a los no calificados para poder lograr sus objetivos. Engañan con mentiras, diciendo que voten así para lograr algo, cuando lo que quieren es lograr otra co
sa que no se confiesa. Es la política, el arte de lograr los objetivos, empleando si fuera necesario triquiñuelas y mentiras. Ya Platón había establecido en su República que la mentira estaría legitimada para los funcionarios del gobierno pero no para la plebe.

Otro factor nuevo en nuestras sociedades es la población tan numerosa (los griegos de la Atenas antigua no pasaban de 10.000 ciudadanos). En la Grecia antigua, todos eran socios de una misma empresa. Se sentían hermanados por los mismos objetivos (la defensa y el desarrollo de la ciudad). Empleando términos de hoy, diríamos que había un elevado capital social.

Pero no pueden funcionar como socios en nuestra compleja sociedad un profesor y un analfabeto, un empresario y un linyera. Formalmente solamente simularán ser socios, en los hechos no.

Lo mismo pasa entre naciones ricas y poderosas y las que no lo son. No puede tener el mismo voto en la ONU USA que Ruanda. Entonces lo que se está haciendo es simular equiparación en la Asamblea de la ONU e inventan el Consejo de Seguridad para desvirtuar el principio igualitario.

Como dije, una cosa era la democracia griega antigua con diez mil ciudadanos y la sociedad actual, con muchos millones. Antes la democracia era casi directa, ahora es imposible tener millones en un ágora discutiendo, nos vemos obligados a elegir “representantes”. El único contacto entre representantes y representados es el voto y cada varios años. Totalmente diferente a lo que ocurría en la Grecia, si se puede comparar. Sólo se parece en el nombre.

¿Y cómo se elige a los representantes? ¿Cómo saber quién miente y quién no si los datos que se deben manejar son tantos y tan complicados? El ciudadano se ve obligado la mayor parte de las veces a elegir representante sólo con “el corazón”, por un simple acto de fe porque le parece que su candidato miente menos, porque “me cae bien”, tiene un no se qué que me da confianza, porque su origen es parecido al mío, habla mejor, etc. Porque si nos basamos en las promesas electorales solamente, ganaría siempre el más falso, intrépido e irresponsable.

Por lo general, sabemos que el representante “nos mete el perro”, pero no tenemos más remedio que consentirlo. Somos en realidad engañados con nuestro propio consentimiento, no tenemos más remedio, eligiendo el mal menor. ¿Qué otra posibilidad nos queda?

Encima tenemos el sistema de partidos políticos que pregona la democracia pero no la cumplen de puertas para adentro, dando el ejemplo. Pero ya el sistema de “pertenecer a un grupo” es en realidad firmar un cheque en blanco al partido, tener que defender lo indefendible, dejar de lado la honestidad de opiniones para no mostrar los defectos o errores cometidos. El partido al que pertenecemos no tiene ningún defecto, los defectos son de los otros. Ponernos una camiseta tiene sus costos, la falta de independencia y el alejamiento de la verdad.

Buscando mejoras

Pero veamos, ¿cómo debería o podría ser mejor nuestra democracia? ¿Qué paliativos podemos encontrar?

a) Control de gestión. Sabemos que un sistema, para funcionar mejor, debería tener correctivos. El esquema básico, copiado de la biología es:

Ya un problema lo tenemos cuando el propósito confesado por el representante no es el real. Pero olvidémonos por un momento de ello. La corrección podría basarse en un control de gestión periódico del representante, rindiendo éste cuentas a los representados de lo hecho, de los nuevos datos de la realidad, de proyectos posibles para el futuro, etc. La corrección sería lo que resuelva por mayoría.

Pero si el representante es de digamos 200.000 representados, un legislador por ejemplo, ¿cómo hacer viable prácticamente esta rendición de cuentas? ¿Cómo encauzar ordenadamente un diálogo? ¿Qué sistema se podría usar para la toma de decisiones? Y en cuanto a los representados, ¿cuántos estarían disponibles en este mundo tan acelerado para participar activamente, si piensan que la mayor parte de las veces sería solo una pérdida de tiempo?

b) Otra medida posible sería cambiar el sistema político y dentro de él el sistema electoral, la ley de partidos políticos, etc. Se podría revisar el sistema político de forma de que sea real la separación de poderes que se pregona en el sistema republicano. Sistema que actualmente no funciona porque el poder ejecutivo en los hechos invade a los poderes legislativo (“manos de yeso”) y judicial (“mayoría automática”), haciendo que el resultado esté lejos de ser el del sistema republicano. No es difícil concebir sistemas mejores, racionalmente y técnicamente hablando, digo. Lo que es difícil es hacerlos aprobar porque los que tienen por función aprobarlos son casualmente los que serían los principales perjudicados. Surgen ganas de salir a la calle y gritar ¡Que se vayan todos! Pero sólo sirve como reflejo de la bronca que produce este embrollo, tampoco es racional. No es racional porque si los que vienen entran en el sistema vigente, no tardarán en ser más de lo mismo que criticamos. El poder excesivo corrompe.
1. Así, se podría cambiar el sistema electoral, eliminando las listas sábanas y que cada uno vote a los que considere mejores, sin importar si pertenecen o no al mismo partido, por ejemplo. Imponer el voto electrónico que evitaría estar cortando boletas ayudaría también.
2. Establecer una nueva ley de los partidos políticos y hacerla cumplir para que cada uno sea un ejemplo de democracia.
c) Otra medida sería mejorar, fortalecer las instituciones de la república. Una institución funciona cuando se la jerarquiza como tal, independientemente de quién lleva a cabo una gestión, que es transitoria. Cuando una de las obligaciones es llevar a cabo un plan de mediano y largo plazo, consensuado con universidades, centros vecinales, etc.
Una institución está bien asentada, jerarquizada, cuando su funcionamiento no depende de personas providenciales, cuando todos y cada uno sabe cuál es su responsabilidad, cuando se pueda decir que “casi funciona sola” y bien.
Esto implica un planeamiento consensuado porque ese planeamiento ya no es sólo del interés de un partido político o de una gestión, va más allá, es del interés de la comunidad.
Lo que tenemos en cambio en la actualidad son acciones que sólo apuntan a unos cuatro años de gestión, endeudamientos que tendrán que pagar los que vengan, logos (Juez, de la Sota) resaltando la gestión de fulano de tal y empañando a la institución, no se mira más allá de los cuatro años. Resultado, crisis energética porque en ese campo lo que empiece uno deberá inaugurarlo otro (y no conviene), imprevisiones de todo tipo por que son de largo plazo y no interesan. Encima si uno es reelecto empieza a gustarle el poder, se envicia, inmediatamente trata de cambiar las leyes para lograr la reelección indefinida, etc. El excesivo poder envilece.
d) Hay una más, aumentar la participación popular como y cuando se pueda, aumentar, promover la participación ciudadana. Un ejemplo es el presupuesto participativo. Buscar de no alejarnos tanto de la original democracia participativa.
e) Llegamos a la conclusión que de lo que se trata, la dificultad mayor son los intereses personales, tanto políticos como económicos. Sólo un ambiente revolucionario, un barajar y dar de nuevo puede llegar a cambiar algo el estado de cosas. Kirchner perdió la oportunidad que tuvo de hacer una buena Reforma Política después del cacerolazo. ¿Realmente le interesó lo suficiente? Aunque un ambiente revolucionario puede también salirse de control y lograrse algo peor, como una dictadura por ejemplo. Salir de las brasas y caer en las llamas. No hay garantías. Claro que cuando uno ya tiene poco que perder puede valer la pena el intento.

Ejemplos concretos

Yendo a ejemplos concretos, porqué no: Chacho Alvarez y Storani estuvieron con el tema y no pudieron lograr nada; Kirchner decía que una de sus primeras acciones sería lanzar un proyecto de reforma política (ley electoral y de partidos políticos); nombró a una diputada radical para coordinar los estudios correspondientes; abrió una página Web del Ministerio del Interior para recolectar sugerencias; pasó el tiempo... Hubieron muchísimos aportes (http://www.mininterior.gov.ar/reformapolitica/propuestas.asp) ¡Nada de esto fructificó! Ya ni siquiera se habla del tema. A los fondos obtenidos en su provincia por las regalías mineras, fondos del Estado provincial, es decir de la gente, los puso en una timba financiera, podría ganar o... perder! Tampoco se vio obligado a rendir cuentas a nadie. No le gustaban los resultados del Indec, pues cambió a sus directivos. No, no estoy con Macri ni López Murphy tampoco. No quiero que hagamos un nuevo experimente neoliberal. Ni con la irresponsable de las denuncias por sólo sospechas. Lavagna y Duhalde están borrados. Sólo estoy afirmando lo de siempre... que el poder excesivo envilece al más pintado, en el supuesto que sus intenciones hayan sido buenas, por lo que siempre se vislumbra un riesgo. ¿Será falta cultural, que no tenemos tradición republicana suficiente? Pero los hechos aquí y ahora están así.

Conclusión

Perdonen estos razonamientos, sólo intenté cavilar sobre la democracia y llegar al momento actual. Soy optimista a pesar de todo, pero me traicionó mi manía racionalista. Ahora no se por quién voy a votar... ¿De nuevo tendré que optar por el menos malo? Ya esto se está transformando en un vicio. ¿O en un círculo vicioso?

Critico al sistema democrático, a este sistema democrático que tenemos, no a la democracia, esa utopía a la que no debemos perder de vista para no alejarnos tanto de ella, porque es para peor. Tratemos de mejorarla como sea posible.

CAN
27/08/2007

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